Soy Teresa de Lisieux. Hermanas y hermanos en humanidad, es para mí, una gran alegría, venir a hablar con vosotros. Permitidme, en primer lugar, establecerme en vuestro corazón, por la Gracia de la Teofanía, antes de empezar a expresarme como Estrella.
…Silencio…
Se me ha propuesto, dentro del marco de la Ascensión de la Tierra que ha comenzado, que vuelva para hablaros, especialmente, de la “Vía de la Infancia”. Hoy, estáis más propensos para vivir ciertas experiencias y cada vez más hermanos y hermanas -por su despertar-, se unen a vosotros que habéis vivido las vibraciones, los distintos estados previos.
Como sabéis, tuve la oportunidad muy joven, antes de la edad de siete años, de vivir mi encuentro con María y saber al instante, en ese momento, que esa era mi única meta, mi único objetivo y que todo lo que era en este mundo me parecía tan inútil, tan ineficiente, que solo la oración en mi corazón, podía ayudar un poco, a que Cristo estuviera presente.
Hoy, vosotros estáis un poco en la misma situación. Algunos encontráis por momentos, con más frecuencia, la Vía de la Infancia. Por supuesto todo eso no es tan fácil, porque sois muchos los que os dais cuenta de lo diferente que puede ser el vivir la Vía de la Infancia en el corazón y volver a vuestras preocupaciones y ocupaciones diarias de este mundo. Y un número cada vez mayor de seres humanos comenzáis a dilucidar entre lo que trasmite felicidad, la Alegría del corazón y lo que trasmite este mundo.
Muchos de vosotros comenzáis a comprobar que solo el corazón puede colmaros, que solo el corazón puede apagar vuestra sed, puede poner fin a vuestra búsqueda de placer, a vuestras frustraciones y a vuestros deseos, e incluso, a vuestros placeres. La Alegría del corazón acaba con todos los placeres efímeros porque este placer, si es uno, es permanente.
El camino de la Infancia que he vivido, que he atravesado, debe ser hoy, para vosotros, una especie de faro, porque todos vosotros percibís con distinta intensidad, que hay momentos en que estáis verdaderamente en el corazón, al vivir la Paz y la Alegría y otros momentos que son más desagradables cuando os volvéis a este mundo y a sus preocupaciones; en ese momento sois capaces de dilucidar entre lo verdadero y lo pasajero, lo falso.
Hoy más que nunca, con las Teofanías se os ha facilitado todo enormemente y muchos sois los que veis que no siempre estáis en ese estado de niño interior, de abandono en el corazón porque estáis atrapados por los distintos problemas de este mundo.
Yo tuve la suerte, como sabéis, de entrar muy joven en el Carmelo y, por tanto, estar de alguna manera protegida del mundo exterior, aunque me mantenía informada, con los medios de mi época, para poder rezar por aquellos que tenían necesidad de ello, por los que llamaba en mi época, los pecadores. Pedía a Jesús que los salvara, que los pusiera en el camino correcto. Eso formaba parte de mis convicciones de entonces. Hoy no es lo mismo, especialmente desde hoy, que os es mucho más fácil sentir, en conciencia, lo que tiene lugar en vuestra propia conciencia cuando estáis en el corazón y lo que sucede cuando volvéis a las preocupaciones de lo efímero. Eso no debe alarmaros, sino al contrario, ser un estímulo que os permita ver con claridad lo que sois. Y no olvidéis que el que ve eso, no es ni vuestra persona ni el alma, sino el Espíritu de la Verdad que está en vosotros.
Cristo, María y Mikaël, os han anunciado una serie de procesos que yo no he conocido y que llamáis “vibraciones”. Esos procesos están diseñados para fusionar, si puedo expresarme así, la cabeza con el corazón. La energía de la cabeza desciende al corazón y la energía del corazón sube a la cabeza, bañando vuestra cabeza de esa Luz verdadera del Amor, la de Cristo, la de María, la de la Verdad, finalmente. Y empezáis a percibir muy claramente, a veces con trastornos para vuestro cuerpo o vuestra conciencia, los momentos en que estáis en el corazón y los momentos en los que salís de él.
Desde luego, siempre podéis encontrar pretextos cuando sabéis que estáis fuera: “es culpa de las circunstancias de vuestra vida efímera”, “de un marido”, “de una mujer”, “de unos hijos” o de cualquier situación que os aleja de vuestro corazón. Sabéis que eso no es verdad. Sabéis que eso no son más que pretextos, porque desde el momento en que estáis perturbados, cualquiera que sea el agente externo, es que hay necesariamente en vosotros una carencia que ha permitido a ese agente exterior, venir a perturbaros en vuestra persona. Y es precisamente a través de esos trastornos que vivís -en el cuerpo o en el mental, o en las emociones-, como reforzaréis vuestra eternidad, permitiéndole manifestarse de forma cada vez más intensa y cada vez más obvia, en cada uno de vosotros. Sois el testimonio fiel dentro del Espíritu.
Incluso vuestra persona es consciente de los momentos en que ella no está de acuerdo, digamos, con la voluntad de Cristo, con la voluntad de la Eternidad, donde vuestra voluntad se hace cargo, y eso, como sabéis, entraña necesariamente alguna forma de sufrimiento. Ya sea en el cuerpo, ya sea en vuestro estado de ánimo, ya sea en vuestras lágrimas, ya sea en las frustraciones y demás.
Es precisamente a través de las experiencias que tenéis ahora, como os será posible alinearos más rápido e ir allí donde todo es evidencia, allí donde todo es fácil, allí donde todo es reposo y silencio que es la única verdad. Es allí donde encontraréis a Cristo y en ningún otro lugar fuera de vosotros, sean cuales sean los rituales que hagáis, sean cuales sean las reuniones que dirijáis en el mundo.
Así pues, vengo como Estrella a invitaros, siempre con más profundidad, a que volváis vuestra mirada, como os han dicho los Ancianos, de forma cada vez más íntima y profunda, dentro de vosotros, allí donde no hay persona, allí donde ningún ego, ninguna reivindicación pueden surgir; allí donde no se precisa ninguna explicación o justificación. A vosotros os atañe, ponerlo en práctica. Eso no depende de ningún ritual, sino realmente del sacrifico de vuestra persona, es decir, el momento en el que os dais cuenta que no podéis ser libres y estar en la alegría de manera indeleble y permanente, desde el momento en que vuestro personaje ha desaparecido para dejar espacio a la Gracia, para dejar lugar a la Teofanía. Además, se os ha dicho que muy pronto no podréis serviros de vuestros hábitos, de vuestros comportamientos, de vuestras habilidades, de vuestros conocimientos, de todo lo que es humano para permanecer en vuestra eternidad.
Os podéis imaginar que la intensificación de este proceso a nivel colectivo, con el despertar cada vez más importante de hermanos y hermanas, es ciertamente el elemento esencial para permitiros hoy vivir, por vosotros mismos, la única Verdad que depende de vuestro corazón y no de este mundo ni de ningún mundo. Es un asunto entre vosotros y vuestro corazón, entre vosotros y Cristo, entre vosotros y María, entre vosotros y la Luz. Nada más puede interferir con eso y es aquí donde precisamente, cuando sentís una perturbación espontáneamente o a causa de un acontecimiento, como decís, os salís de ahí. Y entonces, comprobáis vosotros mismos que la alegría os ha dejado. Entráis en los esquemas de funcionamiento que existían antes cuando no vivíais en vuestros primeros estados de Gracia, vuestras primeras Gracias. Tanto si lo habéis realizado por la Onda de vida, por el Fuego del Corazón o por el Fuego Ígneo, por el Canal Marial o por vuestros contactos con la naturaleza. No existe ninguna diferencia.
Así que yo sé perfectamente que algunos Ancianos tratan siempre todo lo relativo al cuerpo de Êtreté y continuarán haciéndolo para daros puntos de referencia. No se trata de rituales o técnicas, sino de lo que pondrá en conformidad y en armonía definitivamente vuestro cuerpo, vuestro mental, vuestras emociones y vuestra conciencia misma. A veces eso implica ciertos sufrimientos. Muchos de vosotros los vivís desde hace unos meses o durante algún tiempo hasta el momento en que aceptéis realmente, poner vuestro Espíritu en las manos del Padre, de la Fuente, de Cristo, de María, para que nunca vuestra persona y sus límites vengan a estorbar lo que sois.
Hoy es mucho más fácil como sabéis, porque lo vivís y porque la intensificación de la Luz en la Tierra os muestra eso. Por supuesto, vuestros ojos físicos pueden ver algo más en vuestra familia, en vuestros amigos, en la sociedad, en el mundo incluso. Eso que observáis son solo resistencias a la Luz, las vuestras como las del mundo. Como sabéis, la Tierra está liberada desde hace ya unos años; le queda terminar su Ascensión -que acompañaréis con vuestra Liberación y con la Llamada de María-; todo eso ha sido explicado ampliamente.
Pero las explicaciones no sustituirán nunca la vivencia de lo que sucede en vuestra intimidad, en el silencio de vuestro personaje, en el silencio del corazón. Vaciar no es meditar o rezar, es descargarse de todo lo que es personal, tener, como decía mi hermana Hildegard, un solo objetivo presente en vuestro corazón, pero que es también una forma de búsqueda interior. Esta búsqueda interior solo puede llevarse a cabo a través de los conocimientos que derivan de la Verdad encontrada en el corazón. Mientras que los conocimientos que no se han probado y forjado en la Verdad, son solo conocimientos de este mundo que no os aportan nada para encontrar realmente lo que sois.
Hoy más que nunca, vosotros observáis esos pasajes de un estado de conciencia a otro estado de conciencia. Uno os lleva a una alegría que no depende de ningún objeto, de ningún soporte, de ningún objetivo y el otro, a momentos de frustración, de desesperación, de duda, de cuestionamiento. Si eso se produce, estad seguros que en ese momento no estáis ya en vuestra profundidad, estáis en la exteriorización de algo que no concierne a lo que sois en vedad. Es eso lo que hay que ver, lo que hay que vivir. Porque es así como os posicionaréis de acuerdo con la Luz, con lo que sois y, sobre todo, con la Verdad.
Y además todos comprobaréis, en distintos niveles, que cuando estáis realmente en el corazón, en la Teofanía, vuestra vida transcurre, cualesquiera que sean vuestros sufrimientos, vuestras contrariedades dentro de este mundo con claridad y facilidad. Porque ese estado de conciencia está de lleno en la profundidad de vuestro corazón, en lo que se ha denominado, creo, el Corazón del Corazón o la Infinita Presencia, dicho en otras palabras. Pero las palabras no son las que os permitirán aclarar vuestros pensamientos, vuestras ideas, vuestras creencias, poneros al descubierto, como decís hoy.
Yo tuve la suerte de ponerme al descubierto, muy, muy joven. Al no estar constituida a esa edad, como sabéis, la estructura de las emociones, de los pensamientos, del mental; me era más fácil a esa edad permanecer en ese estado de pureza. Claro que tuve una vida familiar, tuve muchas hermanas, las que me precedieron y siguieron conmigo en el Carmelo. Así que al menos tenía una relación familiar, pero mis hermanas no eran mis hermanas, eran también esposas de Cristo y eso cambia todo, porque en ese caso, no podía haber la menor animosidad, ni la menor competición, ni la menor diferencia. Especialmente mi hermana, que ha sido canonizada como Santa Genoveva de la Santa Faz, que siguió, aunque no se haya sabido los mismos procesos que yo.
No voy a hablaros mucho tiempo de lo que he vivido cuando estaba entre vosotros sino de lo que quiero llegar, y es que cuanto más espontáneos, cuanto más inocentes, cuanto más confiados seáis, cuanta más fe inquebrantable tengáis, no en cualquier escenario vinculado a las escrituras o a cualquier otra cosa, sino en la confianza de lo que vive el corazón, más confiaréis en vuestro corazón, en la Alegría que está allí y más se desvanecerá todo lo demás.
Por otra parte fijaos que si tomáis cualquier problema que no podéis resolver por vosotros mismos, solo vuestro corazón puede hacerlo, solo vuestro sacrificio consciente como persona, puede permitirlo. De lo contrario, permaneceréis en la duda, en la lucha y, diría incluso, que independientemente de las vibraciones que hayáis vivido y de las experiencias que hayáis realizado.
La experiencia de la Teofanía es profundamente diferente. Sea la clase de Teofanía que sea, todas son para haceros profundizar y no dejaros presionar por las circunstancias efímeras de vuestra vida de este mundo, de esta sociedad. Es así como encontraréis la Paz eterna, la Paz de Cristo, la que no puede compararse a ninguna otra. Porque él era a la vez mi Esposo, mi hermano mayor, mi hijo; era todo eso a la vez, Y además quizá sepáis, los que hayáis leído mi vida, yo hablaba a menudo del Niño Jesús, porque me gustaba considerar a Jesús en su infancia, no investido todavía con su misión de Cristo, sino ese niño que llevaba tantas cosas en él y que, sin embargo, era un niño que jugaba como vosotros y yo cuando éramos niños y que ha mantenido sin esfuerzo lo que era antes de encontrar a Cristo. Por otra parte como sabéis, Jesús es hoy uno de los Ancianos. Algunos de vosotros lo habéis reconocido, pero dejaré a él mismo que os lo diga si tiene intención de hacerlo; lo que sea.
Es decir, que existe en vosotros un terreno más o menos fértil para la eclosión de la Verdad. Eso depende, por supuesto, como se os ha explicado especialmente por los Ancianos que tienen un origen oriental, todo lo que está vinculado al deseo, a los apegos, a la necesidad de poseer, a la necesidad de protegerse y al miedo. No podéis resolver hoy vuestros miedos por vosotros mismos, debéis ir a las profundidades de vuestro corazón y al Amor; en ese momento expulsaréis, cazaréis, magnificaréis y trascenderéis todo el miedo que quede en vosotros.
Hoy es el único obstáculo a Cristo, es el único obstáculo a la Verdad. Es vuestro personaje, son vuestras creencias, vuestras adhesiones, vuestros miedos los que están vinculados, no a una falta, estad seguros, sino simplemente a la matriz de este mundo que constantemente os sugiere que prevengáis, que os aseguréis, que os protejáis, que estéis en la razón, que sigáis las leyes, que sigáis la moral y, sobre todo, que no veáis lo que se desarrolla en vosotros.
Y eso como sabéis, es la gran trampa del adversario, como se llama, al que os lleva a razonar, a la necesidad de explicaciones, de comprensión, el que os hace aprender los conceptos, las ideas, las palabras y el que os trae de vuelta a todos vosotros, os trae de vuelta a vuestro personaje, en la claridad de vuestro personaje. Él no puede tener ningún corazón dentro, a no ser el corazón del intelecto, el corazón de las emociones, pero eso no tienen ninguna profundidad -además, no conlleva ninguna alegría, solo el resultado de una especie de alivio efímero. Y eso lo vivís también tanto a través de la conciencia como a través de vuestro cuerpo.
A diferentes niveles, existe para todos y cada uno, incluso para Cristo cuando estuvo presente en la tierra, malestares en el cuerpo, porque el malestar de este cuerpo está inscrito por el hecho mismo de la desviación de la Luz en este mundo. Además creo que algunos Ancianos os lo han expresado mejor que yo. Pero hoy no merece la pena filosofar o explicar eso, os basta simplemente con hacer una vez la experiencia de la Teofanía y comprobar la diferencia. Pero también a veces al estar enfadado volvéis a la naturaleza de vuestro mundo efímero muy rápidamente, y no sois responsables; las mismas condiciones de vuestras vidas, son las que hacen eso.
No olvidéis que estáis encadenados, por la electricidad, por la electrónica, a todo lo que se hace en este mundo de hoy, mucho más que en mi época, para manteneros amordazados en la apariencia, amordazados en la incapacidad de penetrar vuestra propia profundidad. Ya sea por vuestras imágenes, ya sea por vuestras pantallas, ya sea por las ondas que se propagan por todas partes de la Tierra, todo eso es una malla mucho más sutil que las depredaciones que podían existir antes, porque son invisibles, no se ven, no se sienten. Y, así, ellas modifican y alteran la Verdad, ellas la deforman, ellas os impiden incluso verla. Mientras estéis vueltos hacia el exterior, debéis tomar conciencia de la ilusión de este mundo. Y una de mis hermanas estrellas, además, lo hizo perfectamente. Eso os permite ver simplemente la ilusión de este mundo y aflojar las ataduras que tenéis en este mundo, no para huir de vuestra familia, para huir de vuestra profesión o huir de lo que sea, sino para profundizar más y ver esta Alegría que está allí, instalada y que os espera.
Cristo os ha dicho a muchos de vosotros que está ya instalado en vuestro corazón. Os incumbe a vosotros encontrarlo, no buscando en el exterior, en el mundo, en los templos, en las iglesias, en los rituales, en vuestras oraciones, sino en vosotros. Porque si queréis amar y servir, no podéis amar y servir verdaderamente si no os habéis encontrado a vosotros mismos, no en el ego, no en el análisis de la persona, sino en lo que sois en vuestro corazón.
¿Cómo queréis actuar de acuerdo con vuestro corazón, si la Teofanía, si el sentimiento de Alegría, de felicidad, desaparece? Es imposible. Porque en ese momento será necesariamente alterado por la energía vital. No estaréis realmente en el corazón, aunque lo penséis, aunque lo creáis. Recordad que la evidencia de la felicidad es el testimonio directo de haber dejado que Cristo aparezca y se exprese por el Verbo, por vuestra Presencia, por vuestra radiación del corazón sin ninguna voluntad, sin ninguna interferencia dentro de la persona. Es así como estaréis en la Verdad. Hemos tratado de deciros por todos los medios, con todas las técnicas, especialmente en lo que concierne a los Ancianos.
Pero vosotros sabéis muy bien que para una mujer es mucho más fácil profundizar, porque la mujer tiene el hábito de acoger en ella, la Vida. Sabéis que, en el Femenino, aunque sea profano, y en el Femenino Sagrado, sobre todo, se sitúa allí la recreación permanente de la Vida y de la Eternidad. El Femenino Sagrado es el que os permite despejar los caminos que os obstaculizaban ir al interior de vosotros.
Hoy María, que sentís y vivís en vosotros, está mucho más presente a vuestro lado. No solamente por las palabras que ella pueda deciros, sino realmente presente en vuestro Canal Marial. Yo misma he abierto ciertos canales entre vosotros, a mi Presencia, a mi radiación, no para otorgaros vuestros deseos materiales, sean los que sean, sino mucho más, como decía cuando vivía: “pasaré mi cielo, haciendo el bien en la Tierra”. Pero el bien de hoy, no tiene nada que ver con «ser bueno en la Tierra», sino es sobre todo estar bien en vuestro corazón, estar bien en la Verdad, estar en armonía total con Cristo. No tener ninguna mirada, ningún pensamiento que pueda herir u ofender ni a vosotros mismos ni al otro, diga lo que os diga, haga lo que haga, tratando de reaccionar o replicar. Entrad primero en vosotros y dejad hacer a lo que sois, olvidad las palabras.
Recordad que la conciencia sigue a la intención, y diría que después del mes de marzo, la Luz sigue también vuestros pensamientos y si estos son contrarios a la Luz, se manifestarán tanto en vuestro cuerpo como en vuestra conciencia bloqueos, fracturas, cosas que no pueden estar en conformidad con la Luz. ¡Oh! No creáis que es la Luz la que os castiga, es simplemente vuestra persona, la que por su control trata de recobraros. Pero una vez que el accidente, la herida o la contrariedad ha tenido lugar, os atañe buscar en profundidad.
Eso no os lleva, por supuesto, a que actuéis con este cuerpo de manera mecánica, de ninguna manera, sino que debéis cambiar en estos casos vuestro posicionamiento de la conciencia. Aunque sea necesario trabajar materialmente sobre este cuerpo, sobre vuestros pensamientos, sobre vuestras emociones, no es eso lo más importante. Lo importante es que os deis cuenta que la felicidad puede manteneros en la beatitud, en el estado de Gracia, en la Teofanía y, sobre todo en la Verdad.
Por otra parte cada vez más encontraréis que son muy aburridos, y eso se ha dicho creo, los placeres, los deseos, las reivindicaciones personales, la satisfacción de las funciones, consideradas como normales dentro de este mundo. Los que eran propensos a la comida, pierden su gula, los que codiciaban dinero, pierden su codicia, los que necesitaban protegerse, asumen no estar protegidos. Os dirigís hacia la espontaneidad del corazón. Es una evidencia, no puede ser de otra forma. Os atañe a vosotros ver eso. Es lo que se ha llamado, creo, el testigo o el observador por la gran voz, es decir, Bidi, que os ha mostrado y os ha descrito, hace muchos años, los comportamientos que os permitían acercaros a eso. Desde luego, existen procesos vibratorios, que os han ayudado y que han liberado a algunos de vosotros, porque la persona estaba ya casi desvanecida.
Hoy, de alguna manera, se trata de una nueva ola. En otra ola estaban los llamados “Liberados Vivientes”, hace algunos años; luego, los que lograron fusionar con el Canal Marial, después, los que han vivido el Fuego Ígneo y, por último, los que hoy viven las Teofanías. Puede tratarse de los mismos, por supuesto, pero con frecuencia tenéis hermanas y hermanos que viven estas Teofanías sin saber lo que es…, sin haber pedido nada e incluso hermanos y hermanas que se llamaban ateos o no creyentes. Sí, pero han conservado en ellos, esa dimensión del niño interior; independientemente de su posición social o de su riqueza; ellos han conservado esta alma de niño.
Si esto os interesa, cuando yo vivía, era así mi padre. No obstante él tenía dinero, carrera, pero era muy simple. Era mi modelo, efectivamente, como todo niño lo tiene, sobre todo una hija que toma como modelo a su padre. Y después comprendí que mi padre no era más que la imagen de Cristo, en otra forma, en otro aspecto, en otra función, pero yo veía a Cristo en él. Y entonces preferí dirigirme a María, porque María era para mí más accesible que Cristo. Ella era mi madre, y eso lo viví muy joven.
Hoy muchos de vosotros tenéis la suerte, incluso antes de su Llamada, de haber experimentado en diferentes ocasiones, el hecho de que María sea la Madre de todos. Que eso haya sido una brisa, un contacto con ella, que hayan sido sus palabras, que sea solo una convicción interior, eso no representa ninguna diferencia. Ella os ha invitado a albergaros bajo su Manto Azul y estar revestidos vosotros mismos por dicho Manto Azul para que realmente vuestro corazón se una a vuestra cabeza, para que la pequeña Corona de gloria de vuestra cabeza, se ilumine. Pero esta iluminación no viene de la cabeza, viene del corazón y no está acompañada de visiones, incluso de la visión interior, sino que se refleja en esa Paz que no puede ser comparada con nada ni con ninguna satisfacción de este mundo.
Podéis imaginaros lo que es vivir eso antes de mis siete años; yo no podía tener otra meta que unirme a mi Esposo y a mi Madre. Es por eso por lo que me fui tan joven, es por eso por lo que era tan importante para mí, mi camino al Cielo, y lo sabía siendo muy joven. Sabía que tendría la ocasión de realizar innumerables gracias después de mi muerte y que hoy sea más fácil tocaros, estar con vosotros en vuestro corazón y haceros aceptar este Camino de la Infancia, esta vía donde os dais vosotros mismos, donde se os da todo; donde consideráis no ser nada dentro de este mundo y sois Todo.
Independientemente de vuestra edad, seáis lo seáis en este mundo, no podéis reivindicar algo y estar en el corazón. Hoy es especialmente cierto. No podéis ser, y creo que el Comendador os habló de ello de forma humorística en muchas ocasiones, no podéis ser a la vez la oruga y la mariposa. Ya no hay más silla. No podéis oscilar más de lo uno a lo otro. Como os he dicho, hagáis lo que hagáis, comprobaréis rápidamente los efectos.
Es una invitación para ir a mayor profundidad todavía. Eliminad todo lo que es reacción, todo lo que es adaptación a este mundo. Y por otra parte, sé que sois cada más los que estáis inadaptados a este mundo. No porque rechacéis este mundo, sino porque habéis encontrado la Paz del corazón y habiendo encontrado la Paz de corazón, ¿cómo queréis continuar nutriendo lo ilusorio de este mundo? Eso os da Libertad, eso no os impide llevar vuestras responsabilidades, pero ya no sois los mismos porque conserváis la Alegría. Y, además, puedo incluso decir que desde el instante en no estáis en la Alegría, es que estáis en la persona. Si estáis en el corazón, no puede haber más que Alegría y nada más.
No hay espacio para otra cosa que ese sentimiento, ese tesoro de saber que estás en casa, mientras que la persona nunca está en casa, cualesquiera que sean, el lugar, los medios, el dinero, el marido, los hijos. Todo eso, como sabéis, aunque haya satisfacciones, os alejan de lo que sois. Así que hoy mi discurso sobre el Camino de la Infancia cambia un poco porque ahora no hay medias tintas, no es posible transigir, no es posible negociar y vais a vivirlo, lo vivís ya. Es lo uno o lo otro y no podrá ser lo uno y lo otro a la vez. Os atañe verlo.
Y esta iluminación de la Teofanía es algo increíble, porque vivís poco a poco, abruptamente o progresivamente, lo que han vivido los grandes místicos de la Tierra. Y sabéis, incluso en tiempos pasados, bien a través de ciertos escritos o ciertos testimonios que os dieron mis hermanas Estrellas, o algunos Ancianos, es fácil comprender que no podéis alimentar a la vez a la persona y al corazón. Es a vosotros a los que os atañe ver en vuestra alma y en vuestra conciencia, dónde está la Verdad y donde el sentimiento de Paz, de alegría y de felicidad, de éxtasis, de beatitud, todas esas palabras que se han empleado para tratar de acercaros a esa verdad que vivís y que vuestro personaje si está demasiado presente, os impide ver y vivir con serenidad. Es eso lo que se juega sobre la pantalla de vuestra conciencia en este momento. Es eso lo que se juega también sobre la pantalla de este mundo.
Como veis, cuanta más Luz hay, más se expresan Cristo y María y más aumenta el caos. ¿Podéis decir entonces que es la Luz la que provoca eso? No. Es el rechazo de la Luz la que provoca eso, el rechazo de la evidencia, el rechazo del Amor, el rechazo de la Eternidad. Y como Cristo os ha dicho: «Padre, perdónalos porque no saben lo que hacen, porque ellos han olvidado». El más grande de los pecadores si está provisto de un alma, no tiene nada que temer en el momento de la Liberación, porque, ¿cómo podría la Gracia, el Amor y la Luz castigar vuestra eternidad? Lo que es castigado, si queréis utilizar ese término, es lo que no está conforme, es vuestro personaje, vuestra persona, los vínculos de la sociedad, de la vida en este mundo.
En el corazón no hay nada que cortar, todo es perfecto. Y eso no depende más que de vosotros; no hay ninguna circunstancia externa que pueda obstaculizar. Esos no son más que pretextos, sobre todo hoy, eso solo son coartadas para no estar en la Verdad, para no estar en la Paz, para no estar en el éxtasis de la Infancia. Eso se instala. Si no lo vivís todavía, puedo garantizaros que lo viviréis durante este mes. Así que, por un lado, tendréis la Paz, la felicidad, el corazón; por otro, sean cuales sean las experiencias vividas, incluso en la naturaleza, comprobaréis que hay dificultades, sufrimientos, caídas, dolores, impaciencias, enfados.
El corazón no conoce nada de todo eso y veréis rápidamente la proporción de las cosas, cuando os enfadéis, cuando acuséis una situación, un hermano o una hermana, de vuestro propio estado. El retorno a vosotros mismos será fulgurante e instantáneo; es por lo que os hemos dicho siempre que no juzguéis. Eso no quiere decir no ver claro, eso no quiere decir cerrar los ojos, sino ocuparse del corazón y estar en el corazón, no en los pensamientos, sino realmente en la verdad, es decir, como Cristo “el Camino, la Verdad y la Vida” donde ninguna falsedad puede ser aceptada y donde no hay lugar para vuestro personaje, vuestra historia, vuestras habilidades, vuestros conocimientos, vuestras experiencias. Hay Amor puro.
Creo que mis hermanas orientales, llaman eso «Sat Chit Ananda», la Morada de la Paz Suprema, la morada de la felicidad. Cuando estáis allí no queréis salir, llegue lo que llegue, y es allí donde se encuentran todos los alimentos. Os hablé de la gula. Algunos de vosotros sois todavía ambiciosos, pero otros, ya no tenéis gula. Las necesidades vitales desaparecen porque estáis nutridos por otra cosa que no pertenece a lo efímero. Es eso lo que se ve también en este momento.
El alimento del corazón es muy abundante. No puede existir la menor carencia, el menor miedo, el menor déficit. En la persona, cualquiera que sea el nivel de vuestra opulencia, tendréis siempre miedo, tendréis siempre cuestionamientos, estaréis siempre en la duda. No sobre vuestra vida, porque es segura, sino sobre la espiritualidad, para saber si habéis llegado o no. Pero el simple hecho de plantearos la pregunta, prueba que no estáis allí, porque si estuvierais, solo encontraríais la Paz. Todo lo demás desaparece, desaparecerá o ya ha desaparecido. Las dudas, saber si estáis liberados, saber lo que sea del exterior, de lo conocido de este mundo, no os aporta nada. Solo la beatitud os nutre y lo comprobáis y lo comprobaréis cada vez más en la necesidad de sueño, en la necesidad de distracción, en las necesidades que sean, que pertenecen a lo efímero. Todo eso desaparece y es reemplazado ventajosamente por el alimento del corazón.
A vosotros os incumbe reconocer eso. Reconocerlo no creo que represente ninguna dificultad o ningún estado del alma, para colocaros de manera definitiva en esa beatitud que termina con todo deseo, toda historia y todo personaje, aunque vuestro cuerpo esté todavía aquí hasta la Llamada de María. Como veis, es muy simple.
No vengo a daros conceptos que ya os han proporcionado los Ancianos, no vengo a daros ejercicios que ya os han facilitado algunos Ancianos. Eso era útil y lo es todavía para aquellos hermanos y hermanas que duermen, pero en un momento dado, es necesario aceptar la crucifixión de todo estado de conocimiento, con plena conciencia. Ahí está vuestra Alegría, ahí está el bálsamo definitivo, pero como os hemos dicho, nada más que vosotros podéis hacerlo. Apoyaos sobre María, apoyaos en mí, sobre el Arcángel Uriel, porque el podrá asistiros. No para realizar el pasaje, sino simplemente para que esté presente, por su Amor y su radiación, para permitiros que no estéis ya apegados a lo que pertenece al pasado o lo que pertenece al futuro, a una herida o a un hábito.
Como veis, tenéis realmente todas las cartas en la mano. El corazón está abierto, Cristo se instala. Aunque no hayáis sentido nunca la vibración del corazón, ya sea del chakra del corazón como de las diferentes Coronas, hoy es posible también para vosotros. Por otra parte creo que María os ha hablado de ello. Entonces, ¿qué esperáis?, ¿qué prueba del exterior necesitáis?, ¿esperáis una señal del cielo para vosotros? Pero si está ya en el interior de vosotros. Así que no dudéis; creo que los Ancianos vendrán después de mí. ¡Oh! No para las técnicas, sino para refrescar vuestra memoria de ciertos ejercicios que ya se habían dado y que hoy, por la presencia de la Luz, van a ser diez veces más eficaces. Tanto por la respiración, como por los mecanismos de introspección relativos al pensamiento y la vivencia de cada día. Pero dejaré a los Ancianos hacer su trabajo. En cuanto a mí, vuelvo a la profundidad, a lo esencial.
Quiero decir con esto que hoy sin inocencia y sin infancia, no podéis soltar lo que tenéis. Sobre todo, si tenéis cierta edad, sois viejos mochileros de la encarnación en esta Tierra, os será mucho más difícil que aquel que nunca ha venido y descubre la Alegría del corazón porque no hay ninguna adquisición anterior, ninguna búsqueda de conocimientos exteriores. Esos son seres, hermanos y hermanas que han vivido su vida simplemente lo mejor que podían, sin plantearse la menor cuestión -sobre el Espíritu, sobre el Amor-, y que son todo Amor en su comportamiento. Entonces sí, ellos son los primeros porque son los últimos que han conservado la inocencia. Y sabéis, independientemente de vuestra edad, que ese no es vuestro caso, porque habéis seguido muchos caminos.
Ahora bien, los fenómenos vibratorios sirvieron a la Tierra, os han servido también para expandir vuestra conciencia hasta el llamado supramental, creo. Pero no os detengáis en el supramental. Está lo que llamáis el Absoluto y que yo llamo la “nada”, el “Todo”, allí donde no se requiere ninguna idea, ningún pensamiento, ninguna emoción, ninguna respiración. Este es el por qué yo deseaba salir de este mundo, no para huir -porque yo estaba bien, incluso en el sufrimiento-, sino, sobre todo, para estar con mi Esposo y con María. Era mi única meta. ¿Es esa vuestra única meta?, ¿o es amasar, disfrutar, vivir experiencias, vivir estados que refuercen finalmente y en definitiva a vuestra persona, haciéndola pasar como importante, creyendo desempeñar un rol?
No hay ningún rol que desempeñar, hoy tenéis que ser verdaderos. Olvidad todos los roles, todas las funciones, sed verdaderos. Si existen roles que desempeñar porque son vuestras responsabilidades, entonces, los desempeñaréis a la perfección, porque vosotros sabréis insuflar, por el Espíritu de la Verdad, por el Soplo divino, por la Luz. Es lo que vivís hoy, unos y otros, cualquiera que sea vuestra ubicación y lo que estáis experimentando. Si los enojos salen, aunque viváis el éxtasis en el momento de la alineación, significa que no sois verdaderos. Es tan simple como eso.
No os pido que os sintáis culpables, no os pido que os flageléis, os pido simplemente que lo reconozcáis con vuestro corazón y, en ese momento, la Gracia actuará. Pero no podéis pretender vivir experiencias y continuar jugando el juego de la persona con sus reacciones, con sus enojos, con sus tristezas, con sus llantos. Es que estáis todavía sometidos a eso. Eso es lo que vais a ver, Efectivamente a veces con cierta dureza al nivel del cuerpo, de las enfermedades, pero eso afecta a lo efímero. Por supuesto, ocupaos de vuestro cuerpo, pero ved por qué se produce eso y ved el interior de vosotros, no con un pretexto exterior de algo que os perjudica o un enojo que se escapa de vosotros.
Si estáis en el corazón no necesitáis controlar; si necesitáis controlar vuestras emociones, vuestros pensamientos, es que estáis todavía en la persona y estáis inscritos en lo efímero y vuestro corazón no se ha unido a su eternidad. Estáis ligeramente abiertos, lo habéis vivido, lo sabéis como persona, pero, ¿habéis desaparecido realmente?, ¿habéis comprendido y vivido que el otro, incluso el peor enemigo, sois vosotros?, ¿habéis aceptado eso? No para huir sino para ver todo lo que es falso.
Entonces, sed justos, pero sobre todo, sed sinceros con vosotros mismos, sed intransigentes con vuestra persona. No para coaccionarla, no podéis, sino simplemente colocándoos en vuestro corazón os volveréis intransigentes. No dejéis pasar nada, no porque controléis cualquier situación, cualquier relación sino porque os demostráis a vosotros mismos que la Luz actúa más allá de toda reivindicación y de toda voluntad personal. Entonces, por supuesto, es exactamente lo contrario a lo que se propone en este mundo hoy, donde se os podrá tratar de ingenuos. Así que los que no lo viven, no pueden comprenderlo y todavía menos aceptarlo. Pero, ¿es que dependéis todavía de la mirada del otro, ya sea vuestro esposo, vuestra mujer, vuestro hijo o estáis con Cristo? Os corresponde a vosotros vivirlo y comprobarlo. Es así cómo se forja esta Eternidad, esta Teofanía.
Las Teofanía han sido experiencias, hoy es el estado del que está libre de toda persona, de todo personaje y de toda historia. Y tenéis la Gracia increíble de poder vivir directamente, sin plantearos cuestiones, viendo lo que vivís, porque cuando estáis en el corazón, estáis en la Paz. No tenéis necesidad de decir: “estoy en el corazón”, no tenéis necesidad de controlar nada porque la evidencia de la Luz, la Gracia, su fluidez, es sincronía. Todo es armonioso, todo es apacible, incluso en las provocaciones. No perdáis más vuestra calma, permaneced en vuestro corazón, allí donde está la solución. Una solución definitiva, que será real en el momento de la Llamada de María.
Así que cada día que pasa, hay que aprovechar para ir aún a mayor profundidad, para ver lo que es importante, lo que es verdadero y lo que no es verdad. Vuestra persona no puede ser verdadera porque siempre está condicionada por las creencias, por las experiencias, por las vivencias, por las emociones, por vuestros roles y funciones en este mundo, en vuestra vida profesional si tenéis una. La atracción de la soledad, la atracción de la naturaleza como la atracción de vuestras comuniones, de vuestros encuentros entre hermanos y hermanas abiertos, es fundamental porque ellos os dan la imagen de la Paz, ellos os dan y os refuerzan, de alguna manera, en el acceso a esa profundidad.
Sé que muchos de vosotros han sentido el trabajo sobre las Puertas que corresponden a mi función de Estrella, a la altura de las ingles y también a la altura del sacro, ahora. Os ha sido explicado ampliamente por el Comendador lo que corresponde a las manifestaciones laterales del cuerpo. Mi objetivo no es entrar ahí, sino atraer vuestra atención sobre lo que se ve, sobre lo que se manifiesta, simplemente en vuestra vida: el enojo, la tristeza, el dolor, la enfermedad y, a la inversa, la felicidad. Como sabéis, ha habido muchas hermanas Estrellas que han pasado su vida, viviendo enfermedades terribles. Creo, además, que la hermana Yvonne-Aimee, Estrella KI-RIS-TI os ha hablado ampliamente. Su experiencia es totalmente cierta, pero incluso en la agonía de sus diferentes comas, ¿ha dejado a Cristo un solo minuto? Nunca. Ved que el problema no es la enfermedad, el problema es la persona que impide que la Luz haga su trabajo.
Por supuesto cuando el cuerpo está enfermo, debéis ocuparos de él, pero debéis ocuparos de vuestro corazón, porque el verdadero bálsamo, el que pone fin al sufrimiento, el que pone fin al dolor, está ahí. Todo lo demás no son más que paliativos, solo los medios de reordenar una mecánica, ya sea física, emocional o mental. Eso nunca hará desaparecer a la persona, el emocional o el mental. Debéis sumergiros en el corazón, ahora más que nunca, por la Gracia de la Teofanía, por la Gracia de nuestros contactos también. Eso se volverá cada vez más obvio y sois vosotros, repito, quienes decidís.
Así que, estáis muy influenciados por lo que queda de la persona, por lo que queda de la esfera relacional, social, amistosa, afectiva y sabéis muy bien que no podéis cambiar a los otros por las palabras, que no podéis convencerlos, que tenéis que respetar la libertad de todos. Pero tenéis la posibilidad de orar por ellos, no para salvarlos de nada, sino orar para la verdad de su corazón; así sí. Y rezad también para vosotros, para la verdad de vuestro corazón. Apoyaos sobre vuestro corazón, no en un sentido moral sino en el sentido de la felicidad que confiere el corazón. En otra parte, solo hay miedo. Fuera del corazón solo hay vacilaciones, alternancias de sufrimientos y alegrías. No está la verdadera Alegría, no hay más que sustitutos de la Verdad.
Así que no olvidéis nunca la pequeña Vía de la Infancia de Teresa porque hoy, ella toma todo el relieve y toda su verdad para cada uno de vosotros, estéis donde estéis. Ya estéis en el Sí, como si estáis en la negación, en la ira, en la negociación, eso no representa ninguna diferencia. Dejad todo eso e id a lo esencial. Entrad en vosotros, y ved tal y como sois en la eternidad, allí donde no hay nada que ver sino la beatitud, allí donde no dependéis de ninguna forma, de ninguna historia, de ninguna coartada. Es eso lo que pone fin a lo que quede del personaje y de la persona. A partir de ahora, solo podéis poner fin a vuestro personaje por vosotros mismos. El corazón sustituye a todo lo demás.
Vosotros no necesitáis saber hoy lo que todavía puede quedar de residual. Ocupaos de vuestro corazón. Sed ese corazón cariñoso, sed esa felicidad, y todo lo demás os parecerá tan anodino, tan fútil, incluso tan inútil. Es así como dejáis de jugar el juego de la dualidad, porque no podéis encontrar la Unidad, a Cristo, a María, en el seno de la dualidad, ni siquiera en el seno de las historias llamadas bíblicas. Son sólo biombos, la Verdad es interior. «Buscad el Reino de los cielos que está dentro de vosotros y el resto os será dado por añadidura.» En cambio, si giráis vuestra conciencia hacia el exterior, comprobaréis que esto os será cada vez más difícil, en cualquier actividad, en cualquier mantenimiento, en alguna parte, de una ilusión cualquiera.
Y en cambio la Luz puede enviaros cosas que hay que resolver. Estas cosas que hay que resolver no son obstáculos hablando con propiedad, sino cosas que tienen que ser vistas en vosotros y que atraen vuestra atención a las últimas fallas de vuestra persona que no dejan penetrar la Luz. Así es como las veis. No reflexionando sobre eso, no remontando la madeja de las causas kármicas o psicológicas. Claro que existen, pero concernirán siempre a la persona y nunca os darán acceso a la Verdad. La Verdad no es de este mundo, la Verdad está en vuestro corazón, y en ninguna otra parte. Ella no está en ningún rito, en ninguna religión, en ninguna adhesión a nada que concierna a este mundo. Ella está únicamente en vuestra vivencia en el corazón, y esta vivencia en el corazón, es ante todo la felicidad, ahora.
Claro que podéis sentir esas vibraciones, por supuesto que vais a sentir también cada vez más el trabajo de la Luz, ya sea esto al nivel de lo que llamáis las Coronas, en esta fusión del corazón y de la cabeza, que está vinculada, os lo recuerdo, al encendido de lo que ha sido llamado la Lemniscata sagrada, el encendido de vuestro Merkabah. Todo esto son palabras, porque necesitáis palabras, pero ninguna palabra os hará vivir la Verdad. Tenéis que experimentarlo dentro de vosotros mismos, sin esto estáis al lado, no estáis dentro. Es simple, no hay que juzgar, sólo hay que comprobarlo.
El corazón es felicidad. Antes, os decíamos que el corazón era vibración, como que la conciencia es vibración. Es verdad, pero estáis más allá de la conciencia, y para esto no hay vibraciones, incluso si ellas están presentes. Hay sólo esta felicidad que ninguna palabra puede describir, que ningún adjetivo puede traducir, pero que cuando la vivís, lo sabéis instantáneamente. Cuando lo habéis vivido una vez, pasáis vuestro tiempo y pasaréis vuestro tiempo tratando de revivirlo. Es simplemente el emplazamiento en el seno de la persona que desea, lo que impide vivirlo. Debéis sacrificar a vuestra persona, aceptar que no sois nada en absoluto, que todos vuestros apegos, todos vuestros vínculos a este mundo, se olvidarán en el momento de la muerte – de hecho la Resurrección.
¿Entonces, qué importancia tiene? ¿Qué tenéis que perder? ¿Qué teméis? Haceos realmente la pregunta, ved sin evasivas. ¿Qué preferís, la felicidad del corazón o todo el resto? Ya no pueden ser el uno y el otro por más tiempo. Si estáis en la felicidad del corazón, en Teofanía, entonces todo el resto está incluido allí, está en vosotros, pero no antes. Antes de ello, esto va a hacerse cada vez más duro. Os lo he dicho, la Luz hace su obra. La confusión, María os lo ha dicho, la luz se instala durante este junio, da igual si el signo celeste está presente o no, por otra parte. Porque lo sabéis, los signos celestes avanzan hacia vosotros según lo que ellos encuentran, según vuestras artimañas, según vuestro comportamiento, según la adhesión a la ilusión de los humanos-almas a la ilusión de este mundo. No podéis ayudar más con palabras, ni ayudaros con palabras, no podéis huir más, sólo podéis ser verdaderos. Y es esto lo que la Vida, en este período, os muestra.
Si sois verdaderos, entonces es la felicidad. Si en alguna parte sois falsos o estáis en disonancia, entonces estáis enfadados, estáis oprimidos, vuestro cuerpo hace daño, vuestro cuerpo se rompe, para ayudaros a encontrar los que sois. No olvidéis que el silencio es fundamental. No hablo ni de meditación ni de oración, sino de silencio. Ver lo que se desarrolla cuando no hay ni pensamiento, ni emoción, ni percepción del cuerpo, y sin embargo estáis presentes. Es lo que precede, creo, a lo que es llamado la desaparición.
Eso es lo que hay que ver, porque vosotros sois muy numerosos, efectivamente, a haber ya desaparecido sólo escuchándonos, sólo leyéndonos, sólo meditando, y de regreso comprobáis que cualquiera que sea la intensidad de esta desaparición, la beatitud se aleja poco a poco, se reproduce cuando decidís hacer una Teofanía, pero estáis obligados a decidirlo o a pensarlo. ¿Qué quiere decir esto? Esto quiere decir simplemente que encontrasteis vuestro corazón pero que éste todavía no apareció en el seno de la persona. Es esto lo que ahora se vive, y es una gran alegría. Ninguna alegría de este mundo puede aportaros esto, ningún ser humano de este planeta puede aportaros esto. Ninguna satisfacción profesional ni afectiva, ninguna buena salud, puede aportaros esto. Sólo el corazón puede hacerlo, porque es los que sois, porque es lo que es verdad.
Entonces, ¿qué esperáis, todos vosotros que habéis vivido las Coronas, que habéis vivido lo que sería sólo una pequeña Teofanía, una sola vez? Ved que es justamente vuestra persona quien impide vivirlo, quien impide instalaros ahí. Y cuanto más lo buscáis, y más lo deseáis, más se aleja esto porque no podéis retenerlo. Hay que ser libres para vivir la felicidad del corazón. Tranquilizaos, no os culpabilicéis, esto os es prometido en el momento de la Llamada de María. Pero os recuerdo a pesar de todo que las tribulaciones humanas ya han comenzado. Ellas pueden sólo intensificarse, cualquiera que sea la fecha de visibilidad del signo celeste, cualquiera que sea pues la fecha de la Llamada de María.
Y es justamente en este período, que puede pareceros a muchos de vosotros, incluso despiertos, delicado, si puedo decirlo, donde se encuentran las oportunidades más grandes de reuniros, de ser verdaderos, todo el tiempo, no solamente en ciertos momentos y después volver al seno de la persona que lleva su máscara, que juega un juego, que representa un papel, y que no es verdadera. Os corresponde a vosotros decidir. Y una vez más os lo repito, sólo sois vosotros quienes podéis decidirlo. Ninguna Luz exterior puede hacerlo. Ella puede haceros vibrar, puede activar las Puertas y las Estrellas, puede hacer vivir la Onda de Vida, puede haceros percibir el Canal Marial, incluso puede haceros percibir la Corona radiante del corazón, que firma, como sabéis, vuestra libertad.
Pero ¿qué es lo que os impide ser libres ahora? ¿Qué es lo que os bloquea? ¿Qué es lo que existe, en el seno de la persona y de la historia, que todavía hace pantalla, porque lo habéis sin embargo vivido? Sois vosotros mismos. No hay ninguna situación exterior, ningún ser que pudiera impediros ser vosotros mismos hoy. Entonces aprovechad estas gracias, extraed de ellas la experiencia y sobre todo vividlas permanentemente. Borraos, olvidad todo lo que aprendisteis, olvidad todo lo que experimentasteis, olvidad incluso, yo diría, todo lo que se produce sobre la escena de teatro este mundo, porque se volverá cada vez más chiflado, si puedo decirlo, cada vez más alterado.
La única certeza y la única protección es vuestro corazón. Todo el resto son sólo pamplinas, ocupaciones, pasatiempos. No hay más tiempo a pasar ahora, es el tiempo de ser verdaderos. Entonces, ninguna falsa apariencia, ninguna evasiva. Cuando haya una tristeza, una cólera, un miedo, aceptadlos. No podéis decir que no vienen de vosotros, ellos vienen de vuestra persona, y esto significa simplemente que todavía sois esta persona, incluso si habéis vivido el corazón. Entre vivir el corazón y ser el corazón, hay un pequeño matiz. Si sois el corazón, no hay más fluctuaciones, hay una permanencia de felicidad, os pase lo que os pase. Si la persona todavía está aquí, salís del corazón muy rápido, os apoderáis de los problemas y tenéis todavía la impresión de poder controlarlo todo, dirigirlo todo. Es un error funesto.
Os exhorto a ir verdaderamente hacia la profundidad y ver lo que permanece allí. Y a quedaros allí, porque es fácil hoy, cualesquiera que sean las circunstancias del mundo. La Luz ganó, lo sabéis, está más presente que la sombra sobre la luz. Y sin embargo, cuando abrís vuestros ojos, veis sólo la sombra a la obra. La única solución es vuestro corazón.
He aquí lo que tenía que traeros. No olvidéis que cuando os parezca que os salís del corazón, por la manifestación de vuestra persona, por las emociones, por el mental, por las preguntas, llamadme, con el fin de reencontrar la espontaneidad de la infancia. Estaré allí, aportándoos mi radiación y esto quizá os facilitará este retorno, que no es una tarea sino que bien es este abandono total, esta fe total en la Eternidad, y no, ciertamente, en las circunstancias de vuestra persona.
Permitidme, antes de dejaros, instalarme en vuestro corazón y vivir allí, dondequiera que estéis, en el momento en que leáis esto o lo escuchéis, poneos ahora, cerrad los ojos, y acojámonos unos a otros, por la gracia de la Teofanía.
… Silencio....
Soy vuestra pequeña Teresa y os amo, más allá de aquello en lo que podáis pensar e imaginar o creer. Os digo hasta siempre, en la Eternidad. Os digo también hasta pronto para algunos de vosotros; en el seno de los Círculos de Fuego, estaré con vosotros. Todo mi Amor y toda mi Presencia está inscrita en vosotros. Hasta muy pronto.
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