Que mi Paz esté en cada uno de vosotros.
Hermanos y hermanas en eternidad, recojámonos un momento en la Gracia del Corazón. Bendigo a cada uno de vosotros en su llama eterna. En este día de Pentecostés, que el Espíritu de la Verdad os cubra de bendiciones. Honro vuestra Presencia, en el Amor.
…Silencio…
Como se os ha dicho, la Ascensión de la Tierra ha comenzado el 8 de marzo de 2017. Progresivamente, la Confederación Intergaláctica de los Mundos Libres, así como María, os han propuesto que viváis esta forma de comunión con vuestra eternidad, llamada “Teofanía”, que viene a recordaros el Juramento y la Promesa, antes incluso de la Llamada de mi Madre. Dondequiera que estéis en la Tierra, y sea cual sea vuestro origen, en el plano de lo efímero como en el plano de la Eternidad, sois cada día más los que vivís la Verdad y descubrís que vuestro Reino no es de este mundo, que vuestro Reino está dentro de vosotros.
En este día de Pentecostés y por la Gracia de la Nueva Eucaristía, deposito en el corazón de vuestra cabeza el Espíritu de la Verdad, el Paráclito. Como primer integrante de la Nueva Eucaristía, hoy, desde este mismo día, el corazón se funde con la cabeza, poniendo en marcha en algunos de vosotros y cada día más, el vehículo ascensional, que manifestará y os hará vivir dentro incluso de este mundo, los carismas del Espíritu, a los cuales, como sabéis, no debéis ataros, pero que serán el testimonio indeleble de vuestra Presencia eterna en la superficie de este mundo.
Saludo a todos los que se han atrevido a atravesar las últimas puertas, abandonando todo lo conocido y viven ya su resurrección. En este día de Pentecostés, la pequeña Corona de vuestra cabeza, la joya, se despliega dentro de lo efímero no solo para haceros ver, sino para entrar en relación con los mundos invisibles a vuestros ojos de carne. El descenso del Espíritu Santo, del Espíritu de la Verdad, vienen a enaltecer la beatitud y la felicidad de vuestro renacimiento en la Eternidad.
Mi Madre os ha dicho hace unos días, que las tribulaciones humanas están llegando a vuestra conciencia para permitir que la revelación final se ponga en marcha. Todos vosotros estáis llamados, por la Gracia del Espíritu Santo a vivir su resurrección. Estéis donde estéis posicionados, más o menos lejos de vuestro corazón, se produce la misma Gracia del descenso del Espíritu a un número cada vez más importante de hermanos y hermanas. Muchos de vosotros ya experimentáis la Teofanía del Espíritu, la Teofanía perpetua, que emerge de vuestro Corazón del Corazón, dentro incluso de este mundo. Ahí está la Paz, la única verdadera; ahí está la felicidad, la única auténtica.
Vengo a llamar a vuestra puerta, en este día, con el Espíritu de la Verdad y la Teofanía. Como sabéis y como experimentáis, lo que se vive hoy es el fin de un mundo y la Resurrección en las moradas de la Eternidad, en las moradas de la felicidad. Vuestro corazón se eleva y asciende, haciéndoos comulgar con el Espíritu de la Verdad donde no puede subsistir la menor duda, el menor cuestionamiento. Para muchos de vosotros se van a manifestar los distintos carismas asentando, de alguna manera, vuestra eternidad en este mundo efímero que se aleja.
He venido, en este día, para invitaros a deponer todas las armas del ego, para introduciros en la dulzura de la Paz y en la felicidad de la Eternidad. Vengo, en este día, con el Paráclito para libraros, si me acogéis, de todo lo que pueda quedar de dudas o incertidumbre en cuanto a lo que sois de verdad. Porque en verdad os vuelvo a decir, “lo que hice hace dos mil años, lo haréis igual y mucho más todavía”.
A todas las sociedades de la Tierra, a través de diferentes culturas, independientemente de las creencias, de las religiones, de las personas, a todo este mundo, yo doy la posibilidad de liberarse del encierro, del sufrimiento y de la Ilusión. Vengo a daros eso, en el momento en que aceptéis la pequeñez de todo lo efímero, desde el momento en que no miréis delante ni detrás de vosotros, sino exclusivamente en vuestro interior para descubrir allí vuestra majestad, vuestra grandeza y vuestra verdad.
Es la hora para la unión mística con lo que he llevado y logrado para cada uno de vosotros en la superficie de este mundo. En verdad, nadie podrá conocerme si no renace de nuevo en su eternidad. Ser libre, es aceptar ya el principio de Libertad, aceptar la posibilidad de que nada de lo que vivía en este mundo es verdadero, que nada de lo conocido o cognoscible tiene utilidad alguna para vivir lo que sois. Lo que sois, no requiere condiciones, creencias, forma, ni tiempo. Experimentar y descubrir la Libertad, es estar permanentemente en la felicidad y en la alegría del corazón, sin objeto y sin sujeto, sin intención y sin desempeñar ningún rol en este mundo.
A partir de ahora, llamaré a las puertas de vuestra eternidad por la Puerta KI-RIS-TI, por la pequeña Corona de vuestra cabeza o directamente durante algunas Teofanías. Vengo a invitaros a cada uno de vosotros, a lavar las ropas, a regeneraros, a olvidar los sufrimientos, a olvidar los duelos, a olvidar las resistencias, a olvidar las influencias ocurridas durante vuestras peregrinaciones en este encierro.
Solo vosotros podéis salvaros a vosotros mismos desde el instante en que os reconozcáis y me reconozcáis, no a través de los ritos, no a través de los datos históricos, sino simplemente en vuestro corazón, en la Libertad. Y os recuerdo sobre todo que no hay nada que salvar dentro de la Ilusión, pero que debéis, como ya he dicho, de convertiros en un niño inocente y puro, sean cuales sean las manchas presentes en vuestras vidas, sean cuales sean los desequilibrios. Buscad vuestro Reino que está dentro de vosotros, y todo lo demás emergerá de ahí.
Eso requiere que no os intereséis por las idas y venidas de este mundo, por los juegos de sombra y de luz presentes desde hace demasiado tiempo en este mundo -que era libre hace mucho tiempo. Solo encontrando la verdad de vuestro corazón es como os liberaréis y liberaréis el mundo. Reconociéndome, os reconoceréis antes de mi presencia y mi historia en esta tierra, antes de vuestra primera vez en la encarnación.
La Verdad es simple, tan simple que todo lo que se ha hecho en este mundo es para alejaros, para privaros de ella. Hoy, no hay ninguna excusa de este mundo, de esta sociedad, de este mundo efímero, para oponeros al Amor.
Os invito a depositar vuestras últimas cargas a mis pies; os invito hoy, por la Gracia del Espíritu Santo, a aligeraros y volver vuestra mirada a lo esencial. Eso pondrá fin, si no está hecho, a vuestra sed de este mundo, a vuestra sed de ilusiones. Es hora de daros cuenta, si no es así, de que no hay absolutamente nada de lo que podáis conocer de las leyes de este mundo, que os permitan escapar de él.
Ahora, son las cosas diferentes por las Teofanías, sean cuales sean las etapas que hayáis vivido hasta el presente y desde hace treinta años; ellas vienen a demostrar la verdad del amor, la verdad de la Eternidad y la falsedad del amor de este mundo. En efecto, no debe confundirse el Amor de la Vida y el amor de este mundo, aunque muchos de vosotros hayáis sido seducidos por las sirenas de este mundo a través de una espiritualidad alterada e incompleta y por otras razones. Es hora de descubriros libres, no dependiendo de nada de lo que hace vuestra persona en este mundo, no dependiendo de ninguna de sus reglas, de ninguna de sus leyes, para posicionaros con el corazón liviano, en la Ley del Uno.
Dentro de unas semanas tendrá lugar el solsticio de verano, la fiesta de San Juan, momento en el que el Sol entra en su reino para vosotros, en occidente y en el hemisferio norte. Ese reinado del sol, llamado “verano”, va a alcanzar un relieve especial durante este verano del año 2017. Mi Madre os ha anunciado el comienzo formal de las tribulaciones humanas. Aceptad eso, pero volved cada día que transcurra hasta el solsticio de verano, vuestra mirada hacia la Verdad, porque ningún elemento de este mundo dentro de lo efímero será capaz de mostraros, a partir de ahora y de una u otra manera, dicha Verdad.
La matriz Arcóntica, como sabéis, toca a su fin -es irremediable y definitivo. Sé, por supuesto, que muchos de mis hermanos humanos se han girado hacia los propósitos de este mundo, creyendo que tienen que llevar a un tipo de redención para la perpetuación de este mundo. La vida eterna -lo que sois-, no podrá nunca adecuarse a lo que es falso, a lo que es limitado.
El reino de los “controladores”, ha terminado. Seáis conscientes o no, lo aceptéis o lo rechacéis, no cambia nada, porque vosotros vais a descubrir la verdad, si no es así ya, de que todo está en vosotros, en vuestra Morada de la Paz Suprema, en esta Eternidad y en esta Teofanía. Todo lo demás es pasajero y desaparecerá definitivamente para conduciros a la Alegría eterna y definitiva. Ningún placer de este mundo, ninguna ganancia de este mundo podrá nunca satisfaceros, más allá de vuestra vida efímera.
Lo que vengo a proponeros en este Pentecostés, es que no os dejéis influir por ninguna ilusión y que dejéis florecer el Amor en vosotros, en cada mirada, en cada palabra, en cada circunstancia, sin tener en cuenta lo que pertenece a este mundo.
Os lo he dicho en muchas ocasiones: vosotros estáis en este mundo, pero no sois de este mundo. Olvidad toda culpabilidad, toda retribución kármica; vosotros sois libres desde la Eternidad. Muy pocos de vosotros habéis tenido la oportunidad, en este ciclo, de verificarlo y vivirlo. Hoy, eso afecta a la multitud, con una cantidad creciente de hermanos y hermanas. Cada día que pasa, cada día que transcurre, os acerca colectivamente a la Libertad.
Las circunstancias humanas de este mundo, en este mes de junio, van a llevaros a soltar vuestras condiciones de seguridad del tipo que sean para mostraros y demostraros que la única seguridad es vuestra eternidad, y eso no puede comprarse con ninguna moneda, con ninguna sonrisa, con ningún rol, con ningún apoyo de vuestra persona sobre las leyes alteradas de este mundo dual.
Todas las religiones, todos los movimientos espirituales organizados en este mundo, no son más que una parodia; la única Verdad solo puede apoyarse en cada uno de vosotros, interiormente. Desde el momento en que vuestra conciencia se apoye sobre cualquier elemento presente en este mundo, no sois libres, estáis encadenados a la ley del karma, estáis atrapados en esta matriz que se deshace. La matriz Crística, y eso os lo he dicho, es la matriz de la Libertad donde nada puede estar encerrado -ni incluso la Unidad-, de ninguna manera. Vosotros sois perfectos desde la Eternidad; vosotros seréis siempre imperfectos en la persona, aunque esa persona sea lo más santa posible, aunque esa persona me haya desposado conscientemente, como algunas hermanas Estrellas os han expresado. La única Verdad no depende de ninguna circunstancia de este mundo.
En este Pentecostés, os invito a dejar florecer las flores de las Gracias del Amor, a dejar aparecer, revelar y emerger, el Fuego Ígneo dentro de este mundo.
Lo que llamáis vuestros campos de energía, van a transformarse, para haceros vivir tanto en la conciencia como en la carne, lo que es el “Camino”, la “Verdad” y la “Vida”, no como un ideal o un objetivo, sino como una verdad que os golpea en cada aliento de vuestro corazón. Así que, os repito con toda firmeza, “dejad a los muertos enterrar a los muertos”. La única ayuda que a partir de ahora que podáis aportar a este mundo en su Liberación o en su Ascensión, no puede venir, de ninguna manera, de lo efímero. Ya sea una moneda, ya sea una sonrisa, ya sea una palabra, os parecerán tonterías inútiles frente al poder de vuestro corazón.
Es el momento de poner fin a todo juego dentro de lo efímero; es el momento, en este día, de finalizar vuestra libertad; es el momento hoy de dejar emerger lo que sois. Y lo que sois, no necesita sonrisas, lo que sois, no necesita palabras, lo que sois no necesita justificaciones ni demostraciones, porque vosotros sois la prueba viviente de la Verdad. Nada más podrá alterar esta Verdad desde el momento en que la acojáis, porque en definitiva sois a vosotros mismos a quienes acogéis.
En cada Teofanía que realicéis con una intención hacia una persona, yo estaré en vosotros, para magnificar y aclarar todavía más, la verdad de vuestro corazón. Así que os repito hoy: “Amaos los unos a los otros como yo os he amado”. El juicio, como sabéis, pertenece a la persona y a este mundo, y a las leyes de este mundo. No podéis juzgar y ser libres, porque no veis la Verdad más allá de vuestros sentidos y más allá de vuestras percepciones.
Vivir la Resurrección en este período bendito de tribulaciones, es una esperanza y una oportunidad increíble, no para un futuro, sino para vivir esa felicidad que no depende de ninguna circunstancia y, sobre todo, de vuestros conocimientos o de vuestras habilidades dentro de este mundo, incluso las que os han parecido hasta hoy, las más espirituales y las más luminosas, porque todas las experiencias que hayáis tenido, todos los encuentros que hayáis vivido, solo han sido una preparación para vivir la Verdad que no es de este mundo.
En este día de Pentecostés y en los días sucesivos, nada podrá estar disfrazado u ocultado, tanto dentro como fuera de vosotros, echando abajo a todos los sistemas de defensa, de depredación y de esclavización residuales que existen.
Finalmente, no funcionará la Sociedad de las Naciones, ni la pseudo-armonía entre los pueblos, que no son más que un equilibrio entre la codicia de cada uno. El único recurso estará dentro de vosotros. Os invito ya, en este día, por adelantado y de manera solemne, a uniros a lo que sois que no pasará nunca, porque lo demás es pasajero y se desvanecerá, dejando el Amor desnudo sin depender de ninguna forma, de ninguna persona, de ninguna historia, de ningún mundo.
La Teofanía del Espíritu y la Teofanía perpetua, así como las Teofanías con intención, se unirán, como he dicho, a la sensibilidad de mi presencia en vuestro corazón, poniendo fin de manera intensa, a todo lo que pueda quedar de creencias, adhesiones y expectativas presentes en este mundo.
La Verdad se revela, no de manera progresiva sino, a cada uno de vosotros, como un fulgor, una forma de evidencia donde no existe espacio para la más mínima mentira. Porque este mundo es una mentira permanente.
Vosotros sois la Vida, pero no sois este mundo; sois la Vida, pero no tenéis ningún apego a este mundo, ningún vínculo, ningún placer fugaz de vuestras peregrinaciones. Sin embargo, preciso también, que cada uno de vosotros sois libres de estableceros en los mundos densos o de vivir el Absoluto o vivir lo que queráis, pero no ya en este mundo, no ya sobre este mundo que se convertirá en un mundo de Luz desde el momento en que la Tierra liberada, esté instalada en su nueva dimensión. La mayoría de vosotros no estarán ya presentes en esta tierra; algunos de vosotros quedaréis como guardianes de la Eternidad.
Yo sé, porque lo veo, que un número cada vez mayor de vosotros, aspiráis solo a una cosa: la vuelta a vuestra eternidad. Yo os digo que el que esté atado a este mundo, no puede estar en la Vida eterna. Debéis uniros a la Vida, porque sois la Vida, y sean cuales sean vuestros placeres, sean cuales sean vuestros recorridos, sean cuales sean vuestras satisfacciones, en definitiva, para el que está liberado solo representan absurdos y pérdidas de tiempo. Vosotros estáis fuera del tiempo.
Entonces, os digo hoy: atreveos a romper las últimas ataduras a la Ilusión de este mundo, para estar en la Vida y en la Verdad; no hay otro camino que ese. Pero la Luz y toda la Confederación Intergaláctica de los Mundos Libres, os dejarán en libertad, os dejarán libres de estableceros en las experiencias que deseéis, pero en ningún caso podrán desarrollarse sobre lo que habéis conocido hasta ahora.
Muchos de vosotros que hasta ahora estaban en la negación y la ira, van a encontrar la sonrisa, porque esas negaciones y esas iras, aunque hayan sido difíciles para algunos, se disolverán con cada vez más evidencia para dejar lugar a lo que siempre ha estado allí.
No estar apegado a ningún escenario o historia, o a cualquier karma, os libera hoy de las leyes de la matriz, de las leyes de los Arcontes. Independientemente de las apariencias de este mundo, de sus sirenas, de vuestras posesiones, de vuestras experiencias, sea cual sea la intensidad de lo que os parece haber vivido, eso no representa nada frente a la Eternidad que sois. Por tanto, os invito, en este día, a volveros definitivamente a la verdad de vuestro corazón, a la verdad de la Vida. La vida en la superficie de este mundo es posible gracias al Amor, a pesar del encierro.
Ahora cuando muchos hermanos y hermanas encarnados duermen ignorando lo que son, es el momento de venir a mover a toda la humanidad en sus convicciones, en sus cadenas espirituales encerradas. Muchas enseñanzas se os han dado; esas enseñanzas se dirigen a una sola cosa: llegar a este momento lo más disponibles posible, lo más auténticos posible. Ahora sois muchos los que habéis vivido eso, y seréis muchos más los que lo viváis por la Gracia de las Teofanías, en los días y las semanas que vienen en este mes de junio.
Recordad que en cualquier circunstancia que tengáis que atravesar dentro de este personaje efímero, que lo único que podrá apagar vuestra sed, como eliminar todo dolor o sufrimiento, será vuestro corazón y vuestra eternidad.
Todas las interacciones llamadas “relaciones sociales”, “relaciones afectivas”, “relaciones filiales”, “relaciones con el sistema”, sea el que sea, llegan a su fin. Por tanto, os invito a la Paz, a la única paz válida y verdadera, la que está dentro de vosotros y que no depende de ninguna circunstancia de este mundo, de ninguna facilidad, de ninguna comodidad, de ninguna molestia.
Os invito a la Eternidad, esta Eternidad que no puede ir acompañada de ninguna restricción, de ningún nacimiento como de ninguna muerte, donde ningún sufrimiento puede afligiros, donde ninguna duda puede manifestarse, donde todas las opciones son posibles porque no hay ninguna elección, si no es ser Amor y Luz. Todo lo demás son solo juegos de la conciencia.
En este día de Pentecostés, os invito a la Paz, no solamente a la redención o al arrepentimiento, sino simplemente al olvido de todo lo que es pasajero y que pasará definitivamente. Este mundo pasa, pero la Vida no puede pasar; este mundo termina y comienza la verdadera Vida, comienza la verdadera Alegría, la verdadera felicidad, el reino de la alegría. Está en el interior y no es comparable a ninguna alegría de este mundo ni a ningún amor de este mundo que solo es una parodia de la Verdad.
Entonces, os repito: “Os doy mi Paz”, “deja que lo que está muerto o va a morir, se separe de ti, porque lo que muere, no puede ser verdad”. Y lo mismo sucede con vuestra forma, y lo mismo con vuestros vínculos y todas las relaciones que habéis establecido dentro de este mundo. La única relación verdadera es ahora, la de vuestro “corazón a corazón”, por la Teofanía, por la Vía de la Infancia, por el hecho de desaparecer, con mayor frecuencia, de este mundo. Eso no es triste, no es una pérdida, sino la Verdad que os incumbe verificar a vosotros mismos.
Gradualmente y a medida que desaparezcáis, a medida que veáis las ilusiones de este mundo, veréis claramente que vuestro corazón está ahí, que la Paz está ahí, que el “corazón a corazón” es la única Verdad. Solo vosotros podréis verificarlo. No vengo a salvaros, porque no hay nada que salvar en la Eternidad, todo está sano y salvo. Solo la personalidad puede todavía creer y esperar salvar algo de la Ilusión, de la creencia en una evolución de lo que es perfecto desde la Eternidad. Ved el subterfugio de los Arcontes que os han hecho creer que erais imperfectos, que debíais reparar, mientras que sois la Vida, la Verdad. Ahora es el momento de detener toda esa mascarada y jugar el juego de la Libertad y de la Verdad que no es de este mundo.
En estos tiempos, como había dicho, todos los que se aferren a la vida dentro de lo efímero, la perderán; todos los que se aferren a la verdadera Vida en la Eternidad, salvarán lo que han encontrado que no tiene nada que ver con las leyes de este mundo, con las formas de este mundo, excepto quizá para los que habéis encontrado dentro de la naturaleza que no están afectados por el encierro de la humanidad ni por el encierro de la Tierra.
Así que, os digo por tercera vez: “Paz a cada uno de vosotros, Paz en la Vida eterna”.
El Fuego del Corazón, el Fuego de la Verdad, el Fuego de la Alegría, entran en manifestación. Los carismas, sean los que sean, que van a manifestarse o que se manifiestan ya, no pueden en ningún caso, volveros a atar a este mundo, solo pueden permitiros, de alguna manera, anclaros en la Eternidad, en la verdadera Vida.
Entonces, en este día, mi corazón se regocija como el vuestro, de esta Verdad anunciada y encontrada.
Mirad a todos los que mantienen los hijos de este mundo, y que son: seres atraídos por la potencia y el poder de la cabeza y que han perdido su autonomía y su libertad. Ellos no son condenables ni juzgables, porque podéis decir como lo hice yo mismo: “Padre, perdónalos porque no saben lo que hacen”. Ninguno de vuestros hermanos humanos, ninguno de mis hijos que llevan un alma, puede ser juzgado. Pueden reajustarse a lo que son, simplemente, durante estos meses que María os ha anunciado desde hace mucho tiempo. No podéis saber los pormenores y las circunstancias de un hermano o de una hermana que os parece opuesto a la Luz, porque no lo conocéis, porque si veis eso, eso quiere decir que no veis más allá de las apariencias, que no veis lo verdadero porque si no, habría el mismo Amor para cada conciencia, independientemente de su apariencia o sus pretensiones.
El encierro no procede de los humanos, como sabéis, aunque algunos hayan contribuido a ello, jugando el juego de la depredación, el juego de la apropiación, que no es más que una forma de egoísmo disimulado. Eso se os ha explicado en muchas ocasiones a través de las falsas espiritualidades. Tanto las religiones, como las organizaciones, como los movimientos llamados espirituales, están todos vinculados, sin ninguna excepción, a este mundo y, por tanto, a la Ilusión llamada Luciferina.
Porque hoy os puedo decir a cada uno de vosotros: “Tú eres piedra y sobre esta piedra construiré mi Iglesia”, que es la “Iglesia Interior”. La Iglesia exterior es solo un sucedáneo que os tiene en sus redes, en sus ilusiones, en sus parodias. Hoy es el momento de hacer lo mismo que hace dos mil años, echar a todos esos mercaderes del templo, a todos esos mercaderes de ilusiones, a todos esos mercaderes de esperanzas, a todos esos mercaderes de sueños que no son verdad.
Hoy, os atañe a cada uno, por la Gracia de las Teofanías, no creer más ni adheriros a esos absurdos. Es hora de estar verdaderamente, no por momentos, sino en permanencia, en el Amor, sin tratar de comprender o discriminar. Amad; amad, ante todo, aunque no comprendáis, aunque no sepáis, porque ahí está el Amor más puro, que no tiene en cuenta nada previo, ninguna condición, ningún objetivo. Ahí está la Verdad; todo lo demás no son más que disfraces y, en definitiva, lo sabéis.
Pero, el olvido y el miedo, os han conducido a esas estrategias. El mundo y la sociedad, regidas por la competición y la depredación, os han obligado y forzado a cuidar un espacio ilusorio de protección. Eso acaba, desde ahora. Sea la que sea vuestra edad, sean las que sean vuestras posesiones, no estaréis libres mientras no dejéis morir y alejarse, lo que está destinado a morir.
Algunos intervinientes os han dicho, “vosotros no sois este cuerpo, vosotros no sois nada de lo que pertenece a este mundo”. Es el momento de vivirlo antes que haya crujir de dientes que, de todas formas, también pasará.
Dejad ser a vuestro corazón, no lo abruméis con nada de lo que pertenezca a vuestra persona o a la historia. Así es como seréis libres y así estaréis en la Alegría verdadera y en la felicidad. Diga lo que os diga vuestra persona, digan lo que digan vuestros seres cercanos, digan lo que os digan las reglas de este mundo, todo es falso, no existe. Es una mentira y un sueño. Entonces, salid del sueño y ved; ved la magnificencia, ved la belleza de lo que sois y que jamás brillará a través de la persona que interpretáis en este mundo.
Así que, en este momento, dondequiera que estéis, independientemente del día en que oigáis mi intervención de Pentecostés, sea cual sea el lugar, os doy mi Paz eterna, os doy el perdón, os doy lo que sois: esta Paz, este Amor, este perdón. No os dejéis llevar por las sirenas de la espiritualidad de este mundo, no os dejéis llevar, sino permaneced en la felicidad; todo lo demás no hace más que molestar. ¿Queréis la Paz?, ¿queréis la Verdad? Está ahí; no hay otra.
Permitidme, finalmente, en cualquier día y en cualquier lugar que estéis, que os deis cuenta en el momento de la escucha, en el momento de la lectura, la Teofanía de Cristo acompañada de la espada de Mikaël, acompañada por la dulzura de mi Madre.
Dignaos aceptar la ofrenda de la Paz, la ofrenda de la Libertad, la ofrenda del amor. Oremos juntos, no para pedir, porque todo está ahí, sino para dar gracias y para la alegría de la felicidad, para la alegría de la Eternidad.
…Silencio…
Daos la Vida, la Vida eterna, donde la sed no puede existir.
Que mi Paz esté en cada uno de vosotros desde este instante. Doy gracias a vuestra presencia, a vuestra escucha, a vuestra lectura; doy gracias a vuestra eternidad. Doy gracias, en este fin de los tiempos de la Tierra, a la Vida que fluye en vosotros, que sois vosotros.
…Silencio…
Acojamos juntos y celebremos, la Nueva Eucaristía.
…Silencio…
Os doy mi Paz y os absuelvo de todo lo que podáis considerar como un pecado, porque el único pecado es creer en la Ilusión de este mundo, que os priva de la Vida eterna y del Amor.
…Silencio…
Que el Amor infinito de la vida, se revele en vosotros y ponga fin al motor del sufrimiento, al motor de la Ilusión.
…Silencio…
Ahora es el momento de callarme y que cada uno de vosotros quedéis en el mismo silencio, en esta Teofanía que no requiere ni palabras, ni soporte.
…Silencio…
En el nombre de la Ley del Uno, en el nombre de la Verdad, en el nombre de la Vida, honro a cada uno de vosotros, especialmente, a aquellos que se han alejado de mí, amargados por las mentiras de las religiones, desviados de la fe por el diablo que no es otro que Dios.
…Silencio…
Os doy las gracias y os lo agradezco.
…Silencio…
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