martes, 14 de marzo de 2017

CANALIZAR ( Nuestras experiencias como canales) - Capitulo 10


Nuestras experiencias como canales- Capitulo 10
La primera aparición de Órin.
Sanaya
Con frecuencia me preguntan sobre cómo conocí a Órin y si sabía de antemano que podía ser canal. No había pensado con seriedad en convertirme en canal hasta que recibí una lectura de una mujer, Betty Bethards, quien me dijo que sería canal cuando llegará a la mitad de ni tercera década, y que canalizar sería la tarea de mi vida. En el momento de la lectura tenía 18 años, asistía a la universidad y me pareció que ser canal era una visión maravillosa, pero una posibilidad muy distante. Pensé en esto durante un tiempo, sin embargo archivé la alternativa con el resto de mis sueños.
Terminé mis estudios universitarios y quedé atrapada entre cosas prácticas, cono ganarme la vida. Trabajé en una oficina durante varios años, y luego inicié un pequeño negocio propio de consultora en mercadotecnia.

Amaba el mundo de los negocios, pero me pareció que algo me hacía falta. Por esa época, Jane Roberts canalizó varios libros de su guía, Seth, los cuales leí fascinada.
Varios amigos y yo comenzamos a reunirnos para discutir los libros, y conseguimos una tabla Ouija para conectarnos con nuestros guías. Recibimos mensajes de inmediato, y pedimos el guía más elevado que pudiésemos obtener.
Queríamos un guía como Seth.
Fue así como conocí a Órin en 1977.
Él llegó a través de la Ouija, anunciando que era un gran maestro y que obtendríamos más noticias suyas conforme yo me hiciera más capaz de recibirlo. Resultó evidente que era yo quien recibía los mensajes, así que un amigo se hizo mi compañero y el otro comenzó a tomar notas.
Seguimos recibiendo guía de Órin una vez a la semana, y también bastante información de otro guía, Dan, quien se comunicaba con mayor frecuencia.
Muchas amistades comenzaron a asistir a estas sesiones y tomamos. 200 páginas de notas.
Más tarde, ese año, sufrí un accidente automovilístico.
Un coche apareció de pronto frente a mi VW y ocasionó que pisara los frenos, los cuales quedaron atascados.
Mientras mi auto se volcaba sobre la autopista, el tiempo redujo su marcha de manera muy notoria y parecieron abrirse puertas hacia otras dimensiones.
Fue como si pudiese ver el futuro y supe que estaría bien. Cuando terminé, un poco aturdida y en posición vertical, supe que había ocurrido un cambio en mi interior. Esa noche guardé la Ouija y empecé a canalizar directamente con mi voz. Recuerdo mi vacilación inicial ante la posibilidad de canalizar verbalmente. Temía que nada ocurriese o que los mensajes no tuvieran significado. Muchos amigos estuvieron presentes y se `sentaron, expectantes, a escucharme.
Cerré los ojos y oí de la misma manera como lo hacía cuando "escuchaba" los mensajes que provenían de la tabla Ouija.
Al principio, los mensajes que recibía parecían los de una grabadora a gran velocidad; las ideas cruzaban por mi conciencia antes que tuviese oportunidad de pronunciarlas. Pedí que las palabras aparecieran con mayor lentitud; entonces llegaban tan despacio, que mi mente comenzaba a divagar y perdía la conexión.
Sin embargo, pude transmitir algunos mensajes coherentes y con significado, y la velada fue un emocionante éxito.
Este proceso continuó durante varias semanas, hasta que la velocidad de la información, y mi capacidad para recibirla, quedaron alineadas. Las imágenes mentales eran tan vívidas y ricas, que sentí que las palabras eran apenas una sombra de la esencia que experimentaba. La facilidad para canalizar los mensajes dependió de mi energía y la cantidad de credulidad y validez que estaba dispuesta a dar a lo que comunicaba.
Al enfocar para recibir las primeras palabras, imaginando que procedían de la Ouija, puede realizar la transición exitosa a la capacidad de ser canal.
Una vez recibidas las primeras palabras, el resto del mensaje fluía sin dificultad. Entonces hablé con mi voz, porque me avergonzaba parecer rara ante mis amigos. Solía suprimir los gestos y la voz que, sabía, formaban parte de Dan, quien hablaba a través de mí.
Dan explicó que controlaría la energía de Órin hasta que yo estuviese capacitada para recibir directamente la vibración superior de Órin. Este último explicó que mi cuerpo era como un conducto eléctrico que podía recibir veinte voltios, y que Órin era como una energía de cincuenta. 46 Aprendí que si permitía que mi atención divagara un instante, perdería el mensaje y tendría que volver a enfocar mi conciencia para encontrarlo.
Canalizar requería de una enorme concentración; era como encontrar una estación en el televisor, la cual podrían transmitir siempre que la retuviese como un pensamiento estable e inmóvil en mi mente.
Después de un tiempo, aprendí a experimentar mis pensamientos a la vez que sentía los de Dan.
Solía hacerle preguntas, mentalmente, mientras él explicaba algo a otra persona, y podía percibir su respuesta a mi cuestionamiento, aunque canalizara un mensaje suyo para otros. Aun comunicándose conmigo mediante la Ouija, Órin sugirió muchas cosas que me ayudarían a incrementar mi vibración y haría posible que lo recibiera.
La primera ocasión en que permití que Órin entrase a través de mí, casi pierdo el sentido. Sentí como si me expandiese de la cabeza a los pies, que me volvía una esponja, que era más grande que la habitación, pero aún encerrada en un campo de energía. Experimenté una sensación aplastante en el pecho y un sentimiento de poder y amor. Cambió mi percepción de la luz y el calor. Dejé de tratar de comunicar a Órin verbalmente, pero seguí sus instrucciones para ponerme en forma, así que comencé a correr en las colinas boscosas que estaban detrás de mi casa. El momento inesperado llegó cuando compré una grabadora y me senté a grabar algunas cintas.
Entré en un profundo trance y grabé una; canalizando a Órin, verbalmente, por primera vez.
La grabación era una meditación guiada que debía escuchar para mejorar mi conexión con Órin y convertirme en un mejor canal. Órin me enseñó mucho sobre la capacidad de ser canal. Me aconsejó que practicase con un metrónomo que tuviese la frecuencia del ritmo cardiaco, y que luego tratara de canalizar a diversas velocidades.
Me hizo trabajar con mi respiración, con ejercicios de enfoque y concentración, y muchas otras cosas. Fue entonces cuando Dan se alejó, diciendo que su propósito estaba concluido y que, a partir de ese momento, Órin se haría cargo de las cosas.
Los tres años siguientes los pasé dando seminarios y hablando con gran variedad de personas. En retrospectiva, me doy cuenta ahora de que fue una época de práctica, práctica y más práctica. Se incrementó mi capacidad de canalizar con claridad y reflejar con exactitud los mensajes. Éstos eran instructivos y exactos, y ayudaron a las personas a cambiar sus vidas para mejorarlas. Aún tenía otros trabajos de tiempo completo y, sin embargo, cada minuto libre lo dedicaba a seguir mi camino con Órin. Estar con él y canalizar era tan divertido, que lo prefería a cualquier cosa. Experimenté a Órin como un ser sabio y amoroso; tenía una manera de mirar al mundo que era muy distinta de la mía. Para mí fue cada vez más importante mi crecimiento espiritual y alcanzar la Conciencia de Cristo.
Órin se convirtió en mi maestro y guía hacia la conciencia superior, me ayudó a despertar a mi propia sabiduría y a tener más sentimientos de amor y mayor paz.
Me impartió muchas meditaciones guiadas para ayudarme a lograr el crecimiento espiritual. Conocí a Duane en 1982, cuando acudió a Órin y a mí para una lectura. Duane había oído hablar de Órin a través de una amiga mutua y deseaba información sobre su vida. Durante muchos años, su carrera estuvo centrada en la geología y la geofísica, ramas en las que tenía una especialidad. Era consultor y viajaba por todo el mundo dando consejos sobre la construcción de presas en regiones sísmicas y como gerente de una gran compañía de exploración petrolera.
Por las noches, daba clases y curaba con técnicas de fisioterapia (trabajo corporal) que él había desarrollado.
No sabía si deseaba continuar con su trabajo, iniciar un negocio propio de consultor, dedicar su tiempo libre a la enseñanza y dedicarse a la fisioterapia, o si debía explorar diferentes partes de la tierra, escribir y buscar puntos de poder (lugares que contienen energía poderosa).
Órin invitó a Duane a seguir sus mensajes interiores e intentar cosas nuevas. La lectura fue sobre el propósito de su vida y la manera de hallar formas con las cuales elegir lo que debía hacer entre las múltiples oportunidades que se le presentaban. Después de la lectura, le mencioné a Duane que yo tenía ciertos problemas al sentarme, debido a que me había lastimado algunos músculos de la espalda después de un rígido programa de ejercicios.
Duane procedió a disipar el dolor en cuestión de minutos.
No podía creer que lo hubiera logrado con tanta rapidez; de hecho, no podía creer que el dolor hubiera desaparecido. Siempre creí que el dolor y los músculos lastimados eran una forma de vida cuando se hace ejercicio. Ese fue el inicio de un emocionante viaje aprendiendo sobre la energía y el cuerpo, la mente y el espíritu, con Duane como mi maestro.
Duane y yo compartíamos intereses sobre muchas cosas y disfrutábamos de explorar nuevas áreas de crecimiento. Trabajamos juntos durante los siguientes años, alternando los papeles de alumno y maestro. Al colaborar con Duane, empecé a abandonar mis ideas preconcebidas sobre lo que era posible en el campo de la curación, en particular la concepción de que una curación requiere de tiempo.
Él me mostró que ésta podía ocurrir a una velocidad sorprendente. Duane me ayudó a alinear mi cuerpo con la frecuencia superior que transmitía cuando canalizaba.
En aquel momento, Órin y yo trabajábamos con las clases que se convertirían en el libro Living with Joy, y DaBen sugirió que diésemos lecciones para aprender a ser canales.
Para entonces, yo había renunciado a mi otro empleo y dedicaba todo mi tiempo al trabajo con Órin.
Él animó a Duane a desarrollar su clarividencia, y le ayudó a comprender los cambios que ocurrían con su habilidad de fisioterapeuta.
La entrada de DaBen
Duane
Mi primera experiencia con DaBen ocurrió durante mis sesiones de fisioterapia. Al trabajar con la energía de la gente, me encontré haciendo cosas que no parecían provenir de un entrenamiento o conocimiento previos, y esos movimientos y técnicas produjeron resultados asombrosos.
Las personas comenzaron a experimentar que las lesiones y dolores que, en ocasiones, tuvieron durante años, desaparecían en cuestión de horas; yo no podía explicar cómo lograba estos resultados. Parecía "saber" cuándo había terminado por completo con un cierto procedimiento y presentía una fuerza invisible que me ayudaba.
No podía seguir trabajando con otra parte del cuerpo de una persona hasta que hubiese terminado ciertos movimientos y técnicas. Esta presencia invisible me ayudaba a saber qué hacer, "dándome" métodos de curación que jamás me habían enseñado y que nunca había utilizado. Estuve fascinado con la interacción de la mente y el cuerpo, en especial después de convertirme en un corredor asiduo.
El inicio de mi trayectoria como corredor estuvo señalado por casi dos años de dolor de pies, tobillos y rodillas. Sin muchas esperanzas, traté de curarme; me habían dicho que la causa era un problema óseo o estructural. Al armonizar cada vez más con mi cuerpo empezó a parecer como si, de hecho, pudiera-verlo por dentro. Me di cuenta de que casi todo lo que estaba mal, era causado por los músculos. De manera gradual, me percaté de que podía arreglar mis lesiones utilizando la mente para cambiar mi manera de pensar sobre la lesión y reestructurando después los músculos mediante la manipulación física.
Me di cuenta de que podía corregir las lesiones de los demás de igual manera; los atletas comenzaron a acudir a mí.
Al principio, recreaba la lesión en mi cuerpo; aprendía a curarla en mí, y luego procedía a corregirla en la otra persona. Después que se marchaban, curaba la lesión ajena que había puesto en mi cuerpo. Posteriormente, comencé a explorar las maneras de curar a la gente sin adoptar sus problemas.
Una de las cosas que empecé a hacer, fue ayudar a las personas a descubrir cómo podían utilizar su mente para curarse solas, mientras yo trabajaba en ellas. Al ocuparme de las lesiones de otros, me percaté de que percibía la energía que estaba dentro y alrededor del cuerpo, mas no del cuerpo físico.
La sensación de una presencia cercana se hizo más fuerte al trabajar, pero rechacé las ideas de guías y curación psíquica porque no encajaban en mi entrenamiento científico.
Como hombre de ciencia, empecé a investigar, metódicamente, todas las técnicas de fisioterapia que pude encontrar: desde los enfoques orientales como la acupresura y las disciplinas relacionadas, hasta los occidentales, como tejidos profundos, cinesiterapia, desarrollo deportivo, estudio del movimiento y una multitud de otras técnicas y estilos de la fisioterapia.
Una amiga que conocía la capacidad de canalizar y recibió mensajes de muchos guías, me dio el don de uno con Órin.
Elegí a Órin después de escuchar las cintas grabadas que tenía de otros canales, debido a que la información de Órin y la forma de comunicarla lograron penetrar mi escepticismo con lo relativo a las habilidades "psíquicas". Fue así como conocí a Sanaya y a Órin.
Las lecturas me hicieron volver a examinar la manera como concebía mi vida. No creí en Órin cuando me dijo que quizá dejaría mi empleo, y tampoco quedé convencido de que el acto de canalizar fuese verdadero. Sin embargo, aplacé el juicio porque no había encontrado respuestas a mis nuevas experiencias con la fisioterapia mediante los enfoques tradicionales.
Al continuar mi trabajo con Sanaya, noté un cambio en su energía y su aura, cuando ella canalizaba. También me di cuenta de que el amor de Órin y su sabia perspectiva excedían a la de cualquier ser humano que yo conociera.
Así, tuve que encarar muchas contradicciones entre lo que yo creía y lo que sucedía ante mis ojos. Una serie de experiencias psíquicas intensificaron las crecientes contradicciones en mi estructura de creencias. Un día, mientras corría en las colinas, todo se convirtió en patrones de movimiento.
Los árboles ya no parecían tales, sino patrones de vibración, y podía ver a través de ellos.
De inmediato comenzó a preocuparme mi cordura.
No sólo no quería contar a otros lo ocurrido, sino que no deseaba reconocer ante mí que tales cosas sucedían.
Unos días después, me detuve junto a un auto en un semáforo. Miré a la conductora y para mi sorpresa en vez de ver a la persona, hallé un capullo de líneas de luz y energía en torno a su cuerpo. Me preocupé tanto que pedí que dejaran de ocurrir estas experiencias, y así fue.
Pasó algún tiempo antes que pudiera revivirlas cuando, después, tuve el deseo de desarrollar esta clarividencia.
Al continuar mis trabajos con Sanaya, la gente que canalizaba y que era sensible a la energía psíquica, empezó a acudir en mí en busca de curación. Comencé a explorar la posibilidad de ayudarla en su capacidad para canalizar mediante el contacto y el trabajo con energía. Descubrí que podía obtener resultados significativos si obedecía a mis sensaciones interiores y a la presencia invisible que parecía rodearme.
Por esta época empecé nuevamente a percibir la energía que existe dentro y alrededor de los cuerpos de la gente.
Pude distinguir tres y luego cuatro cualidades o capas de energía. Después, mediante la observación profunda, descubrí que estaban estrechamente relacionadas con las auras físicas, mentales, emocionales y espirituales de las personas..
Algunos tenían torbellinos de energía en torno a sí mismos. Cuando aprendí a "calmarlos" y a colocarlos en patrones más organizados mediante el tacto, la gente comenzó a experimentar cambios dramáticos en su capacidad para elevarse a los dominios espirituales.
Empezaba a experimentar una profunda división.
La parte científica de mi mente trabajaba todos los días con el manejo y las realidades ordinarias de la ciencia y el mundo de los negocios. Después del trabajo, volvía a casa y laboraba con la energía de la gente, viendo cosas que la ciencia aseguraba que no existían, y produciendo resultados al parecer imposibles. Aunque este "equilibrio" fue ideal y cómodo durante varios años, el abismo entre las dos realidades se agrandó.
Me di cuenta de que debía tomar una resolución si quería seguir funcionando. Mi yo científico decía que estaría loco si perseguía la energía y la fisioterapia como un empleo de tiempo completo; mi yo intuitivo aseguraba que ya no podría seguir trabajando y negando aquello que se convertía en la parte más interesante de mi vida, mis experiencias con la realidad superconsciente.
En abril de 1984, pasé todo un día con Sanaya y Órin, con la esperanza de resolver el conflicto. Ese día de abril, supe que ocurriría algo. Semanas antes, el nombre de "DaBen" acudió a mí mientras conducía.
Escuché el nombre de DaBen como si lo susurrasen a mi oído, y desde entonces experimenté la poderosa necesidad de explorar este fenómeno. Aún no estaba seguro de creer en la capacidad de canalizar, aunque podía percibir los cambios en el aura de las personas cuando entraban sus guías.
Cada vez era más difícil negar lo que veía.
Yo no quería entregar mí vida a un guía, quería gobernarla por mí mismo. Ese día, Órin me pidió que pronunciara el nombre de "DaBen" e invitó a la presencia a acercarse.
En ese momento, comencé a tener frío y calor.
Empecé a ver a Sanaya en colores y capas, y podía mirar a través de ella. La entidad pareció acercarse más y hacerse más real. Las sensaciones físicas eran muy intensas, mi diafragma vibraba sin control y tenía problemas para respirar.
Fue algo muy dramático y, en retrospectiva, me doy cuenta de que si no hubiese sido una experiencia tan asombrosa, no habría creído que era real. En aquel momento, creí que las cosas sólo eran reales si tenían algún grado de dificultad, creía que si causaban un daño físico, quizá tuviesen valor.
Después me di cuenta de que la entrada de DaBen no debió ser tan asombrosa, y ahora me conecto con él fácilmente.
Mi apertura a la capacidad de ser canal causó cambios inmediatos en mi vida.
Desde la perspectiva superior de DaBen, vi con claridad qué necesitaba hacer para que mi, vida funcionara bien.
Había pasado muchos meses en la indecisión, como dos personas distintas, preguntándome qué debía hacer.
Ahora sabía, con profunda certeza, que cualquiera que fuese mi sendero en la fisioterapia y en la habilidad de dar poder a otros, debía seguirlo, y también descubrí que deseaba aprender más sobre mi capacidad de ser canal.
Al día siguiente tracé un plan de salida, y anuncié en la compañía que iba a renunciar. Fue una decisión trascendental, porque tuve que confrontar todos esos años de entrenamiento científico, los cuales ignoraban o se burlaban de los fenómenos metafísicos. ¡La capacidad de ser canal y los guías no son temas que se discutan con científicos! Supe que, por mi salud mental, debía encontrar una explicación científica y lógica de la capacidad de ser canal, así que me puse a estudiarla como lo hice con la ciencia y la fisioterapia.
El estudio del cuerpo y de los sistemas de energía, desde la perspectiva de abrirse a la capacidad de ser canal, se convirtió en mi enfoque principal. También empecé a leer todo lo que pudiese encontrar y que me ayudara a comprender la capacidad de ser canal desde el punto de vista filosófico, religioso y científico. Desde entonces, Sanaya y yo comenzamos a canalizar juntos. Recibimos la impresión de que nuestros guías se conocían, pues a menudo hablaban de los mismos temas, y uno continuaba la conversación en el punto en que el otro se interrumpía. Recibimos mucha guía, la cual nos sirvió para realizar cambios trascendentales en nuestras vidas durante los meses de abril y noviembre de 1984.
No fue sólo una cosa o acontecimiento lo que me convenció de la realidad de la capacidad de ser canal, sino una serie de eventos. Había más consistencia en lo que DaBen decía; aunque hablase, meses después, de algún tema, siempre continuaba en el punto en que se había interrumpido; me decía cosas que iban a suceder, y ocurrían.
Poco a poco, casi con renuencia al principio, empecé a sentirme fascinado y hambriento de las introspecciones que DaBen me mostraba. Canalicé con frecuencia sobre la fisioterapia y los sistemas de energía. Las cosas seguían funcionando de manera sorprendente, y la confianza y la relación de trabajo que tenemos DaBen y yo, se han establecido con firmeza.

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