lunes, 8 de mayo de 2017

DOCTRINA DEL CORAZÓN.- 4ª CARTA


Conociendo como conocemos que nuestra Sociedad (La Sociedad Teosófica) o, en cuanto a eso, todo movimiento de alguna importancia -se halla bajo la vigilancia y protección de Fuerzas mucho mas sabias y elevadas que nuestro pequeño yo, no debemos preocuparnos mucho acerca del destino final de la Sociedad; pero si, contentémonos cumpliendo consciente y diligentemente nuestros deberes para con ella, desempeñando según nuestro leal saber y entender el papel que nos sea asignado. Sin duda, el cuidado y la abnegación tienen sus funciones propias en la economía de la Naturaleza.
En el hombre común ellas ponen a trabajar el cerebro y aun los músculos en acción; y si no fuera por éstos el mundo no habría llegado a la mitad del progreso alcanzado en los niveles intelectual y físico. Pero en cierta etapa de la evolución humana estos son reemplazados por el sentido del deber y el amor a la Verdad; y la claridad de visión e ímpetu para trabajar de tal manera nunca pueden ser proveídas por ninguna suma de energía molecular o vigor de nervios.

Por consiguiente, despojaos de todo desaliento, y con el Alma vuelta hacia la Fuente de la Luz trabajad animosamente con rumbo a ese gran fin por el cual estáis aquí abrazando con el corazón a toda la humanidad, empero, perfectamente resignados por lo qua hace al resultado de vuestra labor. Así lo han enseñado nuestros Sabios, así exhortó SHRI KRISHNA a Arjuna en el campo de batalla, y así hemos de dirigir nuestras energías.
Mis propios sentimientos con respecto a los sufrimientos del mundo son precisamente idénticos a los vuestros. Nada me duele más que el ciego y frenético empeño con el cual una gran mayoría de nuestros hermanos del género humano se dedican a la búsqueda del placer de los sentidos, y la vista errónea y eternamente vacía que tienen de la vida. El espectáculo de esta ignorancia y locura me toca el corazón mucho más tiernamente que las penalidades físicas que las gentes padecen. Y a pesar de que la noble oración de Rantideva me conmovió profundamente años atrás, con el vislumbre que desde entonces se me ha permitido en la naturaleza interior de las cosas, considero los sentimientos del Buda como más sabios y más trascendentales. Y aunque gustosamente sufriría la agonía para aliviar las torturas a que está sujeto un discípulo, no obstante, habiendo observado bien así las causas como las consecuencias íntimas de los sufrimientos de un discípulo, mi aflicción por ellas no es en intensidad la mitad de lo que es por causa de la miseria de esos ignorantes desventurados que inteligentemente pagan la mera pena de sus pasados errores.
Las funciones del intelecto son meramente la comparación y la raciocinación; el conocimiento espiritual está más allá de esa esfera de acción. Posiblemente vosotros estáis ahítos de sutilezas en vuestro medio ambiente actual; pero el mundo, después de todo, es solamente una escuela, una academia de entrenamiento, y ninguna experiencia por penosa o ridícula que sea, carece de uso y valor para el hombre pensador. Los males con los cuales nos encontramos nos hacen más prudentes solamente, y los errores inexcusables que cometemos, nos han de servir bien en el futuro. Así pues, no debemos quejarnos de ningún acontecimiento por inenvidiable que parezca.
ANNIE BESANT

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