lunes, 13 de marzo de 2017

LA FRATERNIDAD DE SHAMBHALA.- LOS SECRETOS DEL GOBI (CAPÍTULO 1)

 
Citando al sabio chino Chuang, la señora Blavatsky dijo un día: Las cosas que los hombres saben no pueden ser comparadas de ninguna forma, en cuanto a su número, con las cosas que les son desconocidas.
En efecto, comparado con lo que debería ser, el saber humano es muy pobre. Dígase en su favor que en el cosmos y en el microcosmos existen un número tal de enigmas, y el Logos nos deja entrever tantos fenómenos insondables, que no se puede reprochar a nadie que el entendimiento humano permanezca tan alejado de la realidad universal.
La frase del Salmista: Tu conocimiento, ¡oh Eterno!, es para mí demasiado prodigioso, es la confesión leal del hombre frente a la creación divina. Sin embargo, es un hecho cierto que el conocimiento y el entendimiento humanos se dirigen generalmente en una dirección diametralmente opuesta a la de las manifestaciones divinas. Por esto, la frase del sabio chino es tan justamente certera.
Este estado de cosas nos lleva a serias consideraciones. El Logos no propaga por el mundo su conocimiento universal de una forma desordenada y sin inteligencia, sino que cada revelación divina tiene como base fundamental una necesidad y una lógica absolutas. Por consiguiente, este conocimiento perdido es una acusación para la humanidad, y también la causa de que nos encontremos de vez en cuando ante consecuencias extremadamente desagradables y en situaciones realmente confusas.
En estas condiciones, usted puede comprender fácilmente que, periódicamente, la Escuela Espiritual intente conducir al menos a una parte de la humanidad hacia esta base fundamental de necesidad y de lógica absolutas, con el fin de suscitar una reacción que concuerde con las exigencias divinas. Nosotros le pedimos que considere esta disertación bajo este ángulo.
No tenemos la intención de hablarle del Desierto del Gobi de una forma sensacionalista, sino que nuestra tarea consiste en instruirle sobre los próximos acontecimientos, para que así no se encuentre desprevenido.
Nuestro más profundo anhelo es que usted pueda testimoniar con nosotros de los tiempos felices en que nos serán desvelados, no solamente una parte del mundo que ha permanecido hasta nuestros días oculta y desconocida, sino también las actividades y criaturas prodigiosas de la naturaleza original. Esto nos hará comprender las razones por las cuales somos llamados microcosmos y hasta dónde puede extenderse nuestro conocimiento de Dios y de la naturaleza original.
Para muchos, nuestra época está marcada por el interés que suscitan los acontecimientos sociales, económicos y políticos, al mismo tiempo que, para algunos, solamente es el preludio opresivo y turbulento de una revolución cósmica; revolución cósmica que no sólo es realizada desde arriba, sino también desde abajo.
 
 
Para comprender todo lo que tiene relación con esto, debemos saber, en primer lugar, en qué consiste aproximadamente el secreto del Desierto del Gobi. Esta revelación no puede ser vista como una profanación, sino como un signo de la madurez de los tiempos y como una Fama Fraternitatis para todos los que tienen oídos para oír y ojos para ver.
En el corazón del Desierto del Gobi, en Asia Central, se encuentra el centro de la actividad de la Fraternidad Universal en relación con este mundo y su humanidad caída. Desde este lugar parten hacia la humanidad todos los impulsos liberadores. Los demás núcleos del trabajo espiritual, de los que hemos hablado en el transcurso de los años, como los de Australia, de la Gran Pirámide, de las Columnas de Hércules en la vertiente sur del Atlas y del Himalaya, así como otras actividades de la Fraternidad ‑como las que se desarrollan en los dos polos‑ proceden de este corazón espiritual del mundo, situado en la parte más impenetrable del Gobi, y son dirigidas por él.
El Gobi no es un desierto de arena propiamente dicho, sino un estéril, monótono e inconmensurable territorio de estepas tan desconocido y mucho más impenetrable que el Gran Chaco en América del Sur. Pocos viajeros han intentado penetrar hasta el corazón del Gobi. Está rodeado por una profunda soledad y un lúgubre espanto. Existen pocos escritos sobre este territorio y sus secretos, ya que la atención de los especuladores espirituales ha permanecido fijada en lugares más populares de la tierra.
Un trabajo conocido es el que Marco Polo escribió en el siglo XIII cuando se encontraba en prisión. Marco Polo recorrió, para llegar a China, el viejo camino del té, el cual atraviesa una parte del Gobi. Describe el terror y el respeto religioso que los habitantes de los países limítrofes sentían por esta región, como consecuencia de las apariciones en masa de espectros que la asedian.
Para el gnóstico, este fenómeno es, no obstante, muy simple. En el Gobi, los éteres planetarios son tan transparentes y concentrados que la esfera química y la esfera etérica del mundo físico se interpenetran casi imperceptiblemente, lo que hace posible al sentido ordinario el percibir la agitación y los movimientos de la esfera reflectora. Este es el fenómeno que provoca ese miedo mortal por el desierto del Gobi y que asegura a este territorio un perfecto incógnito, rechazando a los no autorizados.
No obstante, el Gobi ha desempeñado un papel importante en los antiguos conocimientos universales. Desde el comienzo de los tiempos dialécticos, el corazón de ese territorio ha sido conocido bajo el nombre de "Tierra Santa de los Hijos de Dios". Por lo tanto, cuando la Biblia y los Iniciados hablan de la Tierra Santa, en relación con nuestro planeta, no se refieren en absoluto al lugar donde los árabes y los israelitas se enfrentaron equipados con armas occidentales.
Todos los impulsos regeneradores metafísicos que, bajo forma de radiación, tocan al mundo, partieron y parten de este corazón, dejando por doquier su huella. Ya se trate de la ingeniosa construcción de la Gran Pirámide, de la sabiduría y de la fuerza de los Maniqueos y de los Cátaros, o de la misión de la Rosacruz moderna, todo parte de este Manantial único y se explica por él. La sede de la Orden de la Siddha ‑la Fraternidad Universal‑ se encuentra en esta Tierra Santa.
Abundantes leyendas fueron tejidas sobre el Gobi, y fragmentos de acontecimientos históricos ya olvidados inspiraron narraciones misteriosas.
 
 
La antigua sabiduría nos dice, por ejemplo, que mucho tiempo antes de la civilización pre‑lemuriana, un gran mar interior se extendía en el lugar donde actualmente se encuentran lagos salados y desiertos estériles. En el interior de este mar habitaba el "último vestigio" de la raza divina, repartida en doce islas. Estas islas poseían una belleza y un encanto maravillosos. Sus habitantes divinos eran llamados "los Hijos de la Voluntad y del Yoga" o los verdaderos "Elohim". Ellos conocían y dominaban todos los secretos de la naturaleza y estaban en posesión de la Palabra inexpresable, actualmente perdida. Ellos son los que conocen los secretos de la naturaleza original y los guardan para los que se hagan dignos de ellos.
Este reino insular existe aún como un oasis en el desierto del Gobi. Todos los que conocen la Palabra Secreta lo saben, y todos los que conocen esta Palabra tienen acceso a él. No existe ninguna vía de comunicación ordinaria con este oasis del Gobi. Este lugar está protegido cuidadosamente contra los intrusos, tanto por vía terrestre como por vía aérea. No hay más que siete pasajes secretos que son llamados, de una forma velada, los siete pasajes subterráneos de Shambhala.
Nuestra misión es hablarle de estas cosas y hacerle tomar conciencia, tanto como sea posible, de la profundidad de la sabiduría que la humanidad poseía originalmente. Ya que el tiempo de la revelación ha llegado y nuestra intención, en las tensiones del mundo actual, no es pasar apresuradamente sobre estas cosas sagradas, pues en tal caso serían olvidadas rápidamente.
Hace tiempo fue profetizado que todo lo que estaba escondido sería un día revelado, pero también se dijo que aparecerían muchos falsos profetas. Por ello, hemos sido puestos en guardia para no creer en cualquier espíritu sin antes probar que es de Dios. La Biblia nos previene: Con esto reconoceréis al espíritu de Dios: todo espíritu que demuestre que Jesucristo ha venido en la carne, es de Dios, y todo espíritu que no lo demuestre, no es de Dios.
Cuando se produce un gran cambio mundial, todo lo que está escondido acerca de Dios y lo Absoluto es de nuevo manifestado, y la humanidad entera es confrontada con la vida real absoluta del Reino Inmutable.
Esta revelación no se presenta al principio como un juicio, sino como una llamada a la resurrección, como una mano caritativa tendida para la regeneración. No debe ser vista como una demostración pública, sino comprendida como un sacrificio de amor inconmensurable para nosotros que estamos en la angustia, casi imposible de soportar por los santos de Dios.
Cuando este sacrificio se cumpla, usted lo podrá reconocer solamente como el Espíritu de Dios, si puede ser unido incontestablemente al reconocimiento de que Jesucristo ha venido en la carne. No por la creencia en el acontecimiento histórico de que, hace más o menos 2000 años, un tal Jesús vino en la carne, sino por la revelación en uno mismo, en la carne y de forma científicamente cierta, de la realización de Jesús y la radiación del Cristo en su fuerza, belleza y realidad perfectas.
Las revelaciones de los tiempos finales que preceden a la gran revolución darán a los hombres una visión íntegra de la verdadera vida de la humanidad original. A continuación se producirá un desenmascaramiento implacable de todos los especuladores metafísicos, tanto en el mundo religioso y teológico, como en el mundo filosófico, colocando a cada uno, sin excepción, ante una elección definitiva. Por este motivo, el tiempo se aproxima en que por todas partes se hablará con respeto, con miedo y temor, con una cólera furiosa, o con una intensa gratitud, de los siete pasajes de Shambhala.
La revolución cósmica no comprende solamente un proceso de respiración intercósmica, con los cambios geológicos y atmosféricos correspondientes, sino que implica al mismo tiempo un inmenso esfuerzo para la redención de la humanidad.
 
 
Después de cada revolución cósmica, la humanidad cae siempre más profundamente en la ilusión de la materia y de la dialéctica. La civilización lemuriana era, desde nuestro punto de vista, más gloriosa y provista de mayores posibilidades que la civilización de los atlantes que la siguió. Lo mismo se puede decir de la atlante con respecto a la nuestra: la aria. Y en la próxima era las posibilidades serán aún más restringidas por la opacidad cada vez mayor de la materia y del cuerpo racial, lo que tendrá como consecuencia una reducción aún mayor del campo de acción espiritual.
Considerando lo que precede, la humanidad actual está colocada ante una fase muy crítica. Por este motivo, la revelación en los tiempos futuros tomará una amplitud jamás alcanzada, a causa de la importancia formidable y urgente del momento. Esta revelación espera ser una base para el renacimiento del mayor número de personas posible. La Fraternidad hace oír, en ese sentido, sus primeras llamadas.
Todos tenemos la obligación de aprender de nuevo la Palabra liberadora perdida y olvidada. Cuando las sagradas escrituras de todos los tiempos hablan de la Palabra Única de Dios, no se trata de una colección de escritos de mayor o menor valor del que se ha degradado o desfigurado el sentido, sino de la Palabra de Vida única y liberadora, del camino, del método, de la santa ciencia que lleva a la vida universal del Reino Inmutable.
La Fraternidad Universal, espiritualmente llamada "el último vestigio", se expresa en el oasis del Gobi, territorio cósmico y atmosférico naturalmente preparado. Usted encontrará en la Biblia, y en los libros sagrados de otros pueblos, historias veladas sobre el último vestigio. Los últimos vestigios de las antiguas razas fueron llevados después de que todos los demás hubieron perecido. Tomadas literalmente, semejantes expresiones dan siempre lugar a deplorables errores de interpretación.
El "último vestigio" es la apelación mística dada a las entidades elevadas del camino común de toda la humanidad dialéctica, hasta el camino que conduce a la Vida Original. Los que llegan a tomar parte en "el último vestigio" son admitidos en un nuevo círculo de existencia, mientras que los demás siguen la marcha ordinaria de la humanidad dialéctica, con sus aspectos conocidos, hasta el destino común natural.
¡Pueda serles dada a todos la posibilidad de sumergirse con nosotros en "el abismo del conocimiento universal" y que la revelación de los Hijos de la Sabiduría de la Tierra Santa oculta les haga a todos dirigirse hacia el renacimiento!
Los siete pasajes de Shambhala están ahí, ante usted, ampliamente abiertos; sólo tiene que avanzar. ¡Que la Palabra impronunciable y aún perdida le sea revelada, ahora y por toda la Eternidad!
 
    Jan van Rijckenborgh

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