martes, 21 de marzo de 2017

El Sermón de la Montaña CRISTO (6)


Cristo
El Sermón de la Montaña (6)

- Aspira primero al Reino de Dios

15. “Por esto os digo: no os inquietéis por vuestra vida, sobre qué comeréis y beberéis, ni por vuestro cuerpo, con qué os vestiréis. ¿No es la vida más que el alimento y el cuerpo más que el vestido? ¿Y de qué aprovecha al hombre ganar todo el mundo si pierde su vida?

16. “Mirad las aves del cielo: no siembran ni cose­chan, ni almacenan en graneros y, sin embargo, vues­tro Padre celestial las alimenta. ¿No estáis vosotros mucho más cobijados que ellas? ¿Quién podría entre vosotros añadir a su estatura un solo codo, si lo quisie­ra? ¿Y por qué os preocupáis tanto por vuestras vesti­duras? Mirad los lirios en el campo, cómo crecen; no trabajan ni hilan. Y en cambio os digo que Salomón, en todo su esplendor y gloria, no estaba tan bien ataviado como ellos.

17. “Pues, si a la hierba del campo, que hoy es y mañana es arrojada al fuego, Dios así viste, ¿no os vestirá mucho más a vosotros, oh hombres de poca fe?


18. “No os preocupéis pues, preguntándoos: ¿qué comeremos, qué beberemos o qué vestiremos? (Como hacen los paganos). Pues vuestro Padre celestial sabe que necesitáis todo eso. Aspirad primero al Reino de Dios y a Su justicia, y todo lo demás se os dará por añadidura. No os inquietéis, pues, por el mal de mañana; basta con que cada día tenga sus propios males”. (Cap. 26, 15-18)

Cristo explica, rectifica y profundiza la palabra:

Quien se preocupa por su vida personal, por su bien por lo que por ejemplo comerá o beberá mañana o con qué tendrá para vestirse, es un mal planificador, pues de este modo sólo está pensando en sí mismo, en su propio bien y en lo que posee. 
Con ello también esta planificando, a la vez, su dolor y su pena.

Quien en cambio cumple la voluntad de Dios, es un buen planificador. Planificará tanto sus días como su futuro. Pero sabe que sus planes sólo son proyectos que reposan en las manos de Dios.

El pone su planificación en las manos de Dios, traba­ja con las fuerzas de Dios y se deja conducir también en los acontecimientos diarios por Dios, porque sabe que Dios es el Espíritu omnisapiente y la riqueza de su alma. 
Quien se confíe a Dios, ponga su diario quehacer en la luz de Dios y cumpla la ley “ora y trabaja”, reci­birá la justa recompensa. Poseerá todo lo que necesite.

Si Dios, el Eterno, adorna a la naturaleza y viste a los lirios del campo, ¡cuánto más alimentará y vestirá al hijo Suyo que cumpla Su voluntad! Por tanto, no os preocupéis por el mañana, sino planificad y entregad vuestro plan a la voluntad de Dios y Dios, que conoce vuestro plan, os concederá lo que sea bueno para voso­tros.

Daré un ejemplo: un buen arquitecto planificará concienzudamente la casa, teniendo en cuenta todos sus detalles. Cuando haya terminado su plan, lo repasará una vez más y se lo presentará al constructor para su examen. 
Si éste está de acuerdo con el plan, los obreros trabajarán según el plan. El arquitecto y el constructor supervisarán la ejecución y sólo intervendrán cuando algo no corresponda a la planificación.

De forma similar deberíais hacer en vuestra vida: ¡planificad cada día, y planificad bien! Concedeos también tiempo para horas de reflexión y recogimiento, en las que encontréis la tranquilidad interna y podáis repensar una y otra vez vuestra vida y vuestra planifi­cación. 

Una planificación diaria concienzuda, que haya sido entregada a la voluntad de Dios, también la traspa­sará Dios con Su voluntad. Quien lleva a cabo su plan de esta forma, no necesita preocuparse por el mañana. 
Su fe en la conducción de Dios son los pen­samientos positivos; de éstos resultan palabras positivas y un actuar legítimo. Pensamientos, palabras y actos positivos son las mejores herramientas, pues en ellos obra la voluntad de Dios. Esto significa que en cada pensamiento positivo, en cada palabra desinteresada y en cada gesto y acción desinteresados obra la voluntad de Dios, Su Espíritu. 
Dios dará al buen planificador todo lo que necesite, y más aún.

Sólo se preocupa por el mañana quien no se confía a Dios y deja pasar los días sin aprovecharlos. Quien vive al día y le echa la culpa a su prójimo cuando algunas cosas le salen mal, cuando está enfermo, cuando tiene hambre o cuando no puede adquirir lo necesario para la vida diaria ése no es un buen planificador. Es una persona miedosa, egocéntrica, que atrae lo que no desea y de lo cual tiene miedo. Quien no planifica las horas, días y meses con la ayuda de Dios, poniendo su planifi­cación y a sí mismo en la voluntad de Dios, no puede ser conducido por Dios. Sólo quien confía su tarea diaria a Dios y cumple concienzudamente el manda­miento “ora y trabaja”, puede ser conducido por Dios, siendo colmado por El está lleno de amor, sabiduría y fuerza. 
Esto significa que su recipiente, su vida, estará colmada de confianza y fe en Dios.

Los hombres que estén en el espíritu de Dios no sufrirán necesidades. Son buenos planificadores, son fuertes en la fe y trabajan con las fuerzas del Espíritu. Sólo el miedoso se fija en sí mismo, en su pequeño yo. Se preocupa por el mañana, porque no está arraigado en Dios y no cree en la sabiduría y en el amor de Dios. 
Con ello abre inconscientemente los graneros para los ladrones, que vendrán y le robarán; perderá lo que ha conquistado y acumulado para sí mismo.

De la mano de Dios reciben los hombres alimentos, cobijo y ropa. Quien pone su vida, su pensar y trabajar en las manos de Dios, no necesita preocuparse por el mañana. Poseerá lo que hoy, mañana y en el futuro necesite y más aún.

Por tanto, quien viva en el reino interno, no sufrirá necesidades en lo externo. Pero quien sea pobre en su interior, sufrirá necesidades en lo externo. 
Si hoy vive externalizado y acrecienta riquezas del mundo para sí mismo, guardándolas para sí, es pobre en su interior y, en otro vestido terrenal, sufrirá necesidades, es decir será pobre.

Por tanto, aspirad en primer lugar al Reino de Dios y a Su justicia, y os será dado por Dios todo lo que necesitéis y más aún. Mirad las aves del cielo: no siembran ni cosechan ni almacenan en sus graneros y, sin embargo, vuestro Padre celestial las alimenta. “Mi­rad los lirios en el campo, cómo crecen; no trabajan ni hilan”. 
La naturaleza, en su diversidad, está más bella­mente vestida que el más rico entre los ricos. Quien sólo piense en su bien y en sus graneros llenos, tendrá que ganarse el pan con el sudor de su frente, ya sea en esta forma de existencia terrenal, o en otra encarnación mientras esto aún sea posible.

Orar y trabajar correctamente significa trabajar para sí mismo y para el bien común. Comprended: los lirios del campo sí, toda la naturaleza están ahí para todos los hombres y se les regalan en la más grande diversi­dad. 
Quien pueda captarlo y apreciarlo, no tendrá que ganarse el pan con el sudor de su frente. Cumplirá la ley “ora y trabaja” para sí mismo y para su prójimo.

Y si está escrito, “...no trabajan ni hilan”, esto signi­fica: el hombre no debe sólo pensar en sí mismo y tra­bajar sólo para conseguir beneficios que únicamente son para sí mismo, para con ello adornarse y hacerse ver.

Comprended: todo lo que es, está amparado por Dios. Animales, árboles, plantas, hierbas y piedras están amparados por Dios. Están en la vida evolutiva, que es dirigida por el Dios creador eterno. Dado que toda vida procede de Dios, también los animales, los árboles, las plantas, las hierbas y las piedras sienten. Experimentan en sí la fuerza evolutiva del Creador, que los vivifica y que en el ciclo de los eones divinos los conduce a seguir desarrollándose. La fuerza creadora, el eterno SER, regala a los reinos de la naturaleza lo que necesitan. Los dones de la vida fluyen a las formas de vida en la medida en que están espiritualmente desa­rrolladas.

El Padre eterno tiene presente a cada hierbecita. ¡Cuánto más tendrá presentes el Eterno a Sus hijos, que ya han desarrollado en sí los peldaños evolutivos de los reinos mineral, vegetal y animal! Los hijos de Dios llevan en sí mismos el microcosmos proveniente del macrocosmos, y por consiguiente están en comunica­ción con todo el infinito.

¡Cuán pobre es el hombre que se preocupa por el mañana! El mismo muestra que no ha superado todavía el ayer, puesto que no puede vivir en el hoy, en el ahora, es decir en Dios.

El interior del hombre, el puro SER, es la esencia del infinito. Quien, siendo hombre, capte esto, mirará hacia el interior y desarrollará las leyes de la vida, de modo que pueda contemplar todo lo externo a la luz de la verdad.

Comprended: al hombre que piense y viva de forma omniabarcante es decir, sin límites, le servirá el infini­to. 

Los hombres que están en el espíritu del amor no se centran en sí mismos, sino que son conscientes de la totalidad. 
Están en comunicación constante con las fuerzas de Dios en todo lo que es. Lo que hacen, lo hacen desde el interior, con la fuerza del amor. Planifi­can y obran según el mandamiento “ora y trabaja”, y no desperdician los días. Saben del valor de los días, de las horas y minutos, y aprovechan el tiempo.

Así pues, quien en verdad vive, no se preocupa por el mañana; ya está recibiendo hoy lo que poseerá maña­na, pues quien viva en Dios, no sufrirá necesidades, ni hoy ni mañana. 
Pero quien permanezca en el temor y retenga sus bienes, mañana será pobre.

Sin embargo, quien se vea como un ser cósmico, que cumple la voluntad de Dios sin ponerle límites, alcan­zará sabiduría y fuerza. La vida de quien está lleno de amor y sabiduría, está traspasada por la fuerza de Dios. Nada le faltará. En cambio, quien se preocupe por el mañana y vea negro el futuro, atraerá el mal y cada día tendrá algo que le pese.

¡Por tanto, no penséis con temor en el mañana! Planificad con la fuerza de Dios y dejad que el Eterno obre a través de vosotros. Entonces vuestros pensa­mientos serán imanes positivos que a su vez atraerán lo positivo y constructivo; pues pensamientos, palabras y acciones son imanes que, a su vez, atraen cosas iguales o parecidas, análogas a su naturaleza.

Esta amplia obra se ha reproducido en forma de extractos, en el presente libro "El Sermón de la Montaña" que lo puede adquirir si lo desea en la Editorial La Palabra.
http://www.universelles-leben.org/ 

http://www.trabajadoresdelaluz.com.ar/

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