En todos los textos sagrados, descubrimos que la palabra "abismo" presenta diversos significados. Por lo general, la palabra "abismo" o "abismos" fija la atención en los diferentes estratos de nuestro planeta, pero también puede tratarse de uno en particular. El alumno que posee algunos conocimientos de la Enseñanza Universal sabe que los estratos de nuestro planeta son campos de fuerza y de vida dentro del cuerpo planetario, en los cuales se expresan ciertas fuerzas y formas de vida. Poco se dice de la verdadera naturaleza de estas fuerzas y de estas formas de vida; todo esto permanece oculto para el profano.
Si usted quiere formarse una imagen aproximada de este misterio, debe comparar al microcosmos con el macrocosmos. El microcosmos es un maravilloso conjunto de posibilidades y de aspectos que, en el estado de pecado en el que hemos caído, están totalmente encadenados y han decrecido mucho, mientras que otros aspectos y otras fuerzas menos deseables desempeñan ahora un papel principal, ya que han tomado la dirección de todo el sistema y le hacen padecer su hegemonía.
Lo mismo ocurre con el macrocosmos. Ciertas capas de la tierra no pueden manifestarse de ninguna forma en este orden natural, a pesar de que su manifestación sería muy deseable y otros "abismos" que están abiertos deberían estar cerrados.
La Biblia nos habla del "abismo" del que surgió la bestia que, con su pérfido poder, hizo de este mundo un terrible infierno. Se ha profetizado que esta radiación de fuerza infernal, con todos sus efectos, será arrojada de nuevo un día a su abismo.
También se habla del abismo del conocimiento, el estrato de la sabiduría universal. Este abismo es el que está unido desde siempre a la Fraternidad Universal y al Cristo, y es el que nos transmite la sabiduría de Dios. Es el estrato al que Jesús el Señor se unió después de su crucifixión en el Gólgota, descendiendo hasta lo más profundo de la tierra.
Cada estrato, así como las fuerzas y estados que se manifiestan en él, corresponde con las fuerzas y estados que se manifiestan en la superficie de la tierra. Cuando se dice que el hombre de la tierra es terrestre, hay que comprender el sentido profundo de esta afirmación. La bestia que surgió de la tierra es invocada por los hombres que llevan la señal de la bestia y que la propagan. Todas las fuerzas de los estratos terrestres se manifiestan de forma santa o impía, en la medida en que el hombre es santo o impío.
Cada ser humano lleva en su ser la característica de las fuerzas con las que está unido. Cuando una persona lleva la señal de la bestia se ve claramente, y lo demuestran aún más sus actividades; de igual manera se pone de manifiesto cuando lleva la del Hijo del Hombre.
¿Por qué se dice que esta señal es visible en la frente? Porque la cavidad frontal es el primero y más visible de los candelabros, con cuya mediación el ser humano demuestra qué espíritu le anima.
Usted conoce tal vez la obra del filósofo italiano Scipio Sighele "La muchedumbre criminal". En su narración, el autor muestra que una masa de hombres, de naturaleza material habitual, e individualmente de tipo normal, puede desarrollar una horrible criminalidad por la suma de sus instintos. Sighele tiene toda la razón. El conjunto de actividades, pensamientos y sentimientos provoca el desarrollo de ciertas fuerzas del abismo que pueden tener consecuencias espantosas.
Usted podrá comprender también que un número de entidades, por sus cualidades interiores, puede abrir el abismo del conocimiento. Esto es lo que ha hecho la Fraternidad Universal en su intervención para con los hermanos y hermanas caídos en este planeta.
Juntando su amor y su fuerza, la Fraternidad de Shambhala ha horadado dicho pasaje, formando así un lazo entre la superficie de la tierra pecadora y el abismo de la sabiduría universal. La Fraternidad mantiene ampliamente abierta la sala del tesoro de este abismo, tal como lo canta el poeta de los Salmos, para todo alumno que es digno. Por esto se expresa en esta Fraternidad la verdadera esencia de Cristo.
Naturalmente no tiene sentido, incluso si nos fuese posible, averiguar de qué forma la Fraternidad de Shambhala ha abierto este abismo del conocimiento. Usted debe admitir que lo ha hecho, y usted puede comprenderlo si recorre el camino hacia esta Fraternidad.
En casi todos los textos sagrados irradia la gran obra de salvación realizada por la Fraternidad. El pasaje o la senda entre el abismo del conocimiento y la Tierra Santa, el lugar donde esta senda toca la superficie, es descrito, por ejemplo, por el profeta Isaías como un árbol cuyas raíces se hunden profundamente en el suelo y cuya copa alcanza las nubes.
Seguramente usted ha oído hablar del árbol de la vida, la verdadera fuente de la sabiduría de la que vivía el hombre original. Pero este árbol de la vida fue cortado ‑dice Isaías‑ se ha vuelto un tronco cortado. El abismo del conocimiento fue cerrado. Este tronco abatido del árbol de la vida es llamado por Isaías "Isaí", lo que quiere decir "corriente de la fuerza salvadora". Y, tal como testimonia el profeta: Un retoño brotará de este tronco cortado de Isaí y una rama de sus raíces dará frutos.
La unión rota es restablecida en la Fraternidad de la Orden de Melquisedek; el árbol de la vida ha resucitado. "Y el espíritu del Señor reposará sobre él, el espíritu de sabiduría y de inteligencia, el espíritu de consejo y de fuerza, el espíritu del conocimiento y del temor al Señor."
El profeta caracteriza así la fuerza y la naturaleza del abismo del conocimiento, de este abismo del conocimiento que es Cristo. La Fraternidad de Shambhala extrae de este Abismo de la Eternidad para dar al pueblo el conocimiento de la Salvación, tal como atestigua el Evangelio de Lucas en el capítulo 1.
Sobre la base de lo que precede, tenemos que decirle muchas cosas. Para comprender bien este mensaje, es necesario explicarle en primer lugar cómo utiliza la Fraternidad Universal, en tanto que guardiana de la verdadera sabiduría espiritual divina, este majestuoso tesoro para ayudar a la humanidad.
La radiación de Cristo, obtenida y asimilada por el Hierofante, es transmutada en él y por él en una radiación que puede ser asimilada por el grupo de los hombres al que se dirige. Una vez realizada esta transmutación, la vibración transformada es irradiada sobre las personas a quienes está destinada. También es posible que esté destinada solamente a una persona. De todas formas, nada de esta energía debe ser desperdiciada.
Cuando el alumno o el auditor en el Atrio de la Rosacruz es tocado por esta vibración destinada a él, ésta penetra enteramente en su esfera aural. Esta transferencia se puede efectuar incluso cuando el emisor y el destinatario se encuentran a gran distancia uno del otro. El emisor desarrolla con sus pensamientos cierto esquema de vibraciones. Pero puede ocurrir también que el destinatario sea tocado directamente en el Atrio de la Rosacruz.
La transmutación y la radiación dependen, pues, absolutamente del dominio de una ciencia secreta que permite al emisor, o transformador, realizar su trabajo de la manera justa. Nadie es tocado por este rayo transmutado si no lo ha pedido, y se sobreentiende que la presencia en el Atrio es considerada como una petición.
Cuando el alumno ha recibido en su esfera aural la radiación de fuerza, se desarrollan dos actividades, las cuales se subdividen a su vez en dos aspectos: una actividad doble en el santuario de la cabeza y una actividad doble en el santuario del corazón. Podemos caracterizar estas actividades como atracción y repulsión, simpatía y antipatía.
Tan pronto como el alumno es tocado por esta radiación, se produce infaliblemente una reacción, ya que, así como la energía solar realiza su trabajo en cada organismo, lo mismo ocurre con esta energía irradiada, produciéndose una reacción perfectamente natural.
La reacción puede ser simpática o antipática. Cuando el alumno se encuentra en una actitud de rechazo cara al impulso en uno de los santuarios (cabeza o corazón) o, lo que es frecuente, en ambos a la vez ‑rechazo asociado a un estado de tensión nerviosa‑ la reacción es suficientemente fuerte como para que el interesado no pueda proseguir en el comportamiento que ha llevado hasta el momento. Se siente perseguido y descubierto; sufre el impulso como si fueran latigazos; se indigna y expresa su indignación en concordancia con su nivel cultural.
Esta medicina antipática provocará tal quebrantamiento y tal inquietud que una respuesta simpática vendrá después de un tiempo, aunque en muchos casos esto exija una vuelta suplementaria de la rueda del nacimiento y de la muerte.
Si el alumno reacciona simpáticamente, esto no significa que comprenda y sienta de la manera justa, sino solamente que está dispuesto a recibir el impulso en armonía. El impulso recibido propulsa también a este alumno hacia un proceso, colocándole ante dificultades y problemas que no vienen del exterior, sino de la Luz reveladora de la Fraternidad, que pone al descubierto el estado de conciencia y las tensiones propias al carácter del alumno, siendo así confrontado consigo mismo. Así puede ocurrir que en los remolinos de las tempestades de la vida, la reacción que al principio fue simpática, se convierta en antipática.
Se puede comparar al Atrio de la Escuela Espiritual con un mar agitado en el que las frágiles barquichuelas son arrojadas de aquí para allá. Ahora podrá comprender que su permanencia en la Escuela Espiritual, poco importa cual haya sido su reacción inicial, siempre sirve para su felicidad eterna.
Resumamos así: la radiación de fuerza de Cristo debe ser recibida, en primer lugar, por el instructor; a continuación, esta radiación de fuerza es transmutada; después es irradiada y transmitida al campo de respiración del alumno para realizar ahí su trabajo en los dos santuarios simpática o antipáticamente, provocando siempre una intensa conmoción.
Esto representa las características del método empleado por la Fraternidad con los alumnos. La actividad de la Fraternidad en el santuario del corazón se llama desarrollo místico, y en el santuario de la cabeza se llama desarrollo mágico. La ciencia con la que son desarrolladas estas actividades se llama el arte real y la fuerza con la que se ejerce este arte es la sabiduría divina, el fruto del árbol de la vida. Esta gracia divina está aquí para todos los que, pasando por la destrucción del yo, desean abandonar "el pilón lleno de comida de cerdos" y encontrar la patria perdida.
Los grandes enviados de la Fraternidad celestial, a los que llamamos fundadores de religiones, en realidad nunca fundaron religión alguna, ni organizaron iglesias, ni han escrito libros, ni compuesto enseñanzas, ni han dado vida a escuelas de los misterios. Ellos han aportado a la humanidad este único mensaje: haga de su cuerpo, de su personalidad, un templo en su propio microcosmos, erija una iglesia en la realidad propia de su ser, es decir, haga todo lo posible por recibir el impulso de la Fraternidad celeste en el santuario del corazón de la justa manera, y santifique toda la personalidad hasta hacer de ella una escuela espiritual interior, de modo que pueda comprender de la justa manera los impulsos de la Fraternidad en el santuario de la cabeza.
Examinando las características del método de la Fraternidad Universal, usted habrá podido distinguir cuatro rayos. De arriba a abajo son:
11 el rayo de la sabiduría universal;
21 la ciencia misteriosa del ritmo;
31 el rayo del elemento mágico, formado por la entrada de la sabiduría en el santuario de la cabeza por medio del ritmo;
41 el rayo del elemento místico, que es el sellamiento de la sabiduría divina en el santuario del corazón por medio del ritmo.
Tres de estos rayos son imitados en este mundo; por ello el cuarto permanece herméticamente cerrado a quien hace mal uso de los tres primeros o de uno de ellos. Estas tres imitaciones se llaman: arte, ciencia y religión.
En la primera se imita al ritmo divino en los numerosos templos del arte. El ritmo que aparece es, sin excepción, el ritmo de la esfera reflectora.
En la segunda se fundan escuelas espirituales para explotar el conocimiento mágico.
En la tercera imitación aparecen millones de iglesias, desesperadamente desunidas y en el desorden de la experimentación.
Estos tres rayos imitados son absolutamente inútiles y muy peligrosos, porque alejan a la humanidad del único camino y de la verdadera vida.
Usted debe construir en su propio microcosmos un templo y una escuela espiritual. A esto lo llamamos el doble camino de la santificación y de la autofrancmasonería. Esto no es ninguna novedad de la Rosacruz moderna. De este camino habla Lao Tse, y los Phree Messen de Hermes Trismegistos lo atestiguan.
Cuando el alumno que busca se ha vuelto un verdadero miembro de la Iglesia Universal y un verdadero alumno de la Fraternidad Universal, obtiene en un momento dado la unión directa con el Arte Real, es decir, que penetra hasta la ciencia del ritmo del árbol de la vida. ¡Quien tenga oídos para oír, que oiga!
En este ritmo se vuelve un brote del árbol de la vida, se sumerge en el abismo del conocimiento y toma su lugar entre los que están en el camino del servicio.
Esperamos y rogamos por que todos nuestros hermanos y hermanas lleguen un día a construir esta iglesia y esta escuela, y puedan penetrar así en la belleza eterna del arte verdadero, para que se cumplan las palabras de Isaías, capítulo 11:
¡Porque la tierra estará llena del conocimiento del Señor!
Jan van Rijckenborgh
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