miércoles, 26 de abril de 2017

ANNIE BESANT.- LA DOCTRINA DEL CORAZÓN (PREFACIO)



Aprended a discernir lo real de lo irreal, lo efímero de lo eterno.
Aprended, sobre todo a separar el saber de la cabeza, de la sabiduría del alma; los “ojos”, del “corazón”.
LA VOZ DEL SILENCIO

  
Bajo el titulo de LA DOCTRINA DEL CORAZON se ha impreso aquí una serie de documentos que consisten principalmente en extractos de cartas de amigos de la India. No se los da considerándolos como "autoridad", sino meramente contenedores de pensamientos que algunos de nosotros hemos hallado provechosos y que deseamos compartir con otros. Ellos son para aquellos que resueltamente se esfuerzan en vivir la VIDA PURA, y van dirigidos especialmente a aquellos que saben que esa vida lleva a la entrada definitiva en el Sendero del Discipulado, bajo los Grandes Seres que por el anduvieron en el pasado, y Quienes permanecen en la tierra para ayudar a caminar por el a su turno.



 
Los pensamientos contenidos en esas cartas son pensamientos que pertenecen a todas las religiones, pero las frases y los sentimientos son indios. La devoción es de noble e intensa calidad conocida en el Oriente como Bhakti - la devoción que se entrega a si misma completamente y sin reserva a Dios y al Divino Hombre por medio del cual Dios se manifiesta en carne a los devotos. Ese Bhakti no ha encontrado mejor expresión en ninguna parte, excepto en el induismo; y los autores de esas cartas son indos, acostumbrados a la fluida riqueza del sánscrito, quienes se esfuerzan en poner a tono la dureza del idioma ingles con la dulzura poética de su lengua materna. La dignidad fría y reservada del anglosajón y su reticencia emocional son completamente ajenas al desbordante sentimiento religioso que fluye del corazón oriental, tan naturalmente como el cantar de la alondra. Aquí y allá en Occidente hallamos al verdadero Bhakti devoto, tales como Tomás de Kempis, Santa Teresa, San Juan de la Cruz, San Francisco de Asís, Sta. Isabel de Hungría. Para la mayor parte, sin embargo, el sentir religioso en Occidente, por profundo y reservado que sea, tiende al silencio y a recogerse en si mismo. Estas cartas no servirán de ayuda a aquellos que se abstienen de expresar sus sentimientos religiosos, no van dirigidas a ellos. Vayamos ahora a la consideración de uno de los contrastes notables de la PUREZA DE VIDA. Todos nosotros reconocemos el hecho de que el Ocultismo nos exige perentoriamente la observancia de reglas de carácter que necesitan cierto aislamiento y rígida autodisciplina. Tanto de nuestra bien amada Maestra H . P . B. , como de las tradiciones de la Vida Oculta, hemos aprendido que la renunciación y el severo gobierno de si mismo se exigen de quien desea pasar por la entrada del Templo. 
 
El Bhagavad Gita constantemente reitera las enseñanzas de la indiferencia al dolor y el placer, del equilibrio perfecto en todas las circunstancias, sin las cuales no es posible el Yoga verdadero. Reconocido por todos, en teoría, en este aspecto de la Vida Oculta, algunos, obedientemente, se esfuerzan en amoldarse a su semejanza. Otro aspecto de la Vida Oculta hace hincapié sobre La Voz del Silencio, y consiste en esa benevolencia hacia todo lo que siente; es esa inmediata respuesta a toda necesidad humana, cuya expresión perfecta en Aquellos a Quienes servimos Les ha merecido el titulo de "Maestros de la Compasión". Es a esto, en su aspecto practico de cada día, a lo cual estas cartas dirigen nuestros pensamientos, y es lo que la mayor parte descuidamos en nuestra vida, por mucho que su belleza y su perfección puedan tocar nuestro corazón. El verdadero ocultista, al mismo tiempo que es el juez mas severo consigo mismo, el mas rígido de los jefes, a su alrededor es el mas benévolo de los amigos, el mas caballeroso de los auxiliares. Alcanzar esa caballerosidad y cua-lidad de benevolencia, por lo tanto, debería ser la meta de cada uno de nosotros y pueden ser alcanzadas solamente por medio de la practica incesante de la caballerosidad y benevolencia hacia todo cuanto nos rodea, sin excepción. 
 
Todo aspirante a ocultista debería ser la persona, en su propio hogar y en su circulo, hacia quien cada cual mas prontamente se dirija en la tristeza, en la ansiedad, en el pecado -seguro de hallar benevolencia, seguro de hallar auxilio. El mas ina-tractivo y el mas ofuscado, el mas tonto y el mas repulsivo deberían sentir que en él, por lo menos, tienen un amigo. Todo anhelo hacia una vida mejor, el brote de todo deseo de servicio inegoista, todo pequeño deseo de vivir mas noblemente, deberían hallar en el a uno pronto para animar y fortalecer, de manera que todo germen del bien pueda ceder bajo la cálida y estimuladora presencia de su naturaleza benigna. Alcanzar ese poder de servicio es cuestión de entrenamiento de si mismo en el vivir de cada día. En primer lugar debemos reconocer que el Ego en todos es uno; de modo que en toda persona con quien vengamos en contacto nos desentenderemos de cuanto sea inatractivo en la vestimenta moral y sólo reconozcamos al Ego, presente en su corazón. En segundo lugar debemos darnos cuenta -en el sentir, no únicamente en teoría -que el Ego esta procurando expresarse por medio de la vestimenta mortal que lo obstruye, y que la naturaleza interna es completamente bella, pero desfigurada por nosotros por medio de las envolturas que la rodean. 
 
Luego debemos identificarnos con el EGO, el que en verdad es en esencia nuestro EGO y cooperar con EL, en su lucha contra los elementos bajos que obstruyen su expresión. Y puesto que hemos de operar con nuestra propia naturaleza inferior, la única forma de ayudar eficazmente es mirar las cosas según ese hermano las mira, con sus limitaciones, sus prejuicios, su visión desfigurada; y viéndolas así, y siendo así afectados por ellas en nuestra naturaleza inferior, ayudarlo según su sentir y no el nuestro, porque solamente así puede darse ayuda verdadera. He allí el entrenamiento oculto. Aprendamos a separarnos de nuestra naturaleza inferior, a estudiarla, a sentir sus sentimientos sin ser afectados por ellos, y así, en tanto que emocionalmente experimentamos, intelectualmente juzgamos. Debemos utilizar este método por amor a nuestro hermano, y al sentir como el siente, tal como la nota sincronizada emite la nota de su cuerda correspondiente, así debemos usar nuestro "yo" desembarazado para juzgar, aconsejar, elevar, pero siempre usándolo de tal manera que nuestro hermano sea consciente de su noble naturaleza que se expresa por medio de nuestros labios. 
 
Debemos desear compartir lo que tengamos de mejor; no es el retener sino el dar lo que es la vida del espíritu. A menudo, lo que tengamos de "mejor" puede ser inatractivo para aquel a quien deseamos ayudar, así como la poesía elevada es para su pequeñuelo; en tal caso debemos dar lo mejor que el pueda asimilar, conservando lo demás no por exagerada parsimonia, sino porque el no lo quiere todavía. Es así como los Maestros de la Compasión nos ayudan a nosotros que somos como niños para Ellos; de igual manera debemos tratar de ayudar a aquellos que son mas jóvenes que nosotros en la vida del espíritu. No olvidemos que la persona que por casualidad se encuentra con nosotros en un momento dado es persona enviada a nosotros por el Maestro para que la sirvamos en ese momento. Si por descuido, impaciencia o indiferencia dejamos de ayudarla, hemos fracasado en el servicio del trabajo de nuestro Maestro. A menudo dejamos de ejecutar ese deber inmediato por hallarnos absortos en otro trabajo, dejando de comprender que la ayuda al alma humana enviada a nosotros es trabajo nuestro en ese momento; y es necesario que recordemos este peligro, sutil en extremo porque suele usarse el seudo deber para disfrazar el deber, y que el fracaso en el discernimiento es fracaso en el éxito. No debemos apegarnos a trabajo alguno,
cualquiera que sea su naturaleza; no obstante, siempre en el trabajo, pero libre el alma y "atenta", lista a escuchar la más ligera voz que venga de El, quien bien puede necesitar nuestro servicio para servir por medio de nosotros a alguien que El desea ayudar. 

 
La severidad hacia el yo inferior, antes mencionada, es condición para este servicio de auxilio, pues solamente aquel que no tiene sus propios afines, que por lo que hace a su persona es indiferente al placer y al dolor, es suficientemente libre para mostrar perfecta benevolencia a los otros. No necesitando cosa alguna, puede darlo todo. No amándose a si mismo, vuelvese la encarnación del amor para los otros. En Ocultismo, el libro de la vida es al que volvemos nuestra principal atención. Estudiamos otros libros meramente para pasar la vida. Pues el estudio aun de las obras de Ocultismo es solamente medio hacia la espiritualidad si nos esforzamos en vivir la Vida Oculta; es la vida y no el conocimiento, el corazón purificado y no el cerebro bien repleto, lo que nos lleva a los Pies de nuestro Maestro. La palabra "devoción" es la llave para todo progreso verdadero en la vida espiritual. Y si en el trabajo buscamos el conocimiento del movimiento espiritual y no el éxito agradable, el servicio a los Maestros y no nuestra propia satisfacción, no podremos desanimarnos ante fracasos temporales ni ante las nubes o la inercia que podamos experimentar en nuestra vida interna.
 
 Servir por amor al servicio, y no por el placer que sintamos en servir, es dar un paso definitivo hacia adelante; porque entonces comenzamos a adquirir ese balance, ese equilibrio que nos vuelve aptos para servir contentos, ora en el fracaso, ora en el éxito, sea en la obscuridad interna, sea en la luminosidad externa. Cuando hayamos logrado dominar la personalidad hasta sentir verdadero placer en ejecutar el trabajo del Maestro, el que es penoso para la naturaleza inferior, el próximo paso es hacerlo abnegada y completamente cuando ese placer desaparece y todo el gozo y luz se hallan cubiertos de nubes. De otra manera, sirviendo a los Grandes Seres podemos estar sirviendo al yo -sirviendo por lo que podemos alcanzar de Ellos, en vez de hacerlo por puro amor al Amor. Mientras esta sutil forma de egoísmo prevalece, estamos en peligro de abandonar el servicio si la obscuridad permanece por largo tiempo a nuestro alrededor, y si interiormente nos sentimos muertos y desesperanzados. Es en esa noche del espíritu cuando el mas noble servicio se puede prestar, y tiempo en que las ultimas celadas del yo inferior se destrozan. Demos énfasis a la devoción, debido a que por todas partes hallamos que los aspirantes se encuentran en peligro, y el progreso del trabajo de los Maestros obstruido por el predominio del yo personal. Allí esta nuestro enemigo, allí nuestro campo de batalla. Una vez visto esto, el aspirante debería recibir con agasajo en su vida diaria todo cuanto elimine una pequeñita parte de su personalidad, y debería serle grato a todas las "desagradables personas" que le sigan las pisadas y le irriten la sensibilidad y le descompongan su amor propio. Ellas son sus mejores amistades, sus ayudantes mas útiles y nunca deberían ser recompensadas con nada que no sea la gratitud por el servicio que hacen al magullar a nuestro mas peligroso enemigo.
 
 Mirando así el vivir de cada día, este se vuelve una Escuela de Ocultismo, y comenzamos a aprender ese perfecto equilibrio requerido en los elevados pasos del discipulado, antes que el conocimiento profundo -y por lo tanto el poder- pueda ser colocado en nuestras manos. Donde no hay tranquilo gobierno de si mismo, indiferencia a los asuntos personales, devoción serena para trabajar en pro de otros, no hay verdadero Ocultismo, no hay verdadera vida espiritual. El psiquisrno inferior no pide ninguna de estas cualidades, y por lo tanto se adhieren a el con anhelo los seudo-ocultistas. Pero la Logia Blanca las exige a sus postulantes y hace de su adquisición el requisito de entrada en la Corte de los Neófitos. Por lo tanto, que sea la meta de todo aspirante el entrenarse para poder servir, practicar rigurosa disciplina de si mismo a fin de que "cuando el Maestro mire en su corazón, no halle mácula en el". Entonces El lo llevara de la mano y lo dirigirá adelante.
 
ANNIE BESANT.- LA DOCTRINA DEL CORAZÓN

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