Las Exigencias de la Nueva Era. II
Es decir, que cada uno de nosotros, por el hecho de que hemos dicho de que (se) puede pertenecer a una ashrama, debe darse cuenta que dentro del ashrama ocupará, sin que se dé cuenta, por orden, si ustedes me lo permiten, de densidad química, en un nivel, en un centro de estos siete centros. Entonces recibirá del ashrama la parte que le corresponde, que es la parte que corresponde a cada uno de los pequeños electrones de cualquier átomo, de acuerdo a su grado de receptividad del gran protón central. Pero esto no solamente sucede en el sistema solar al cual pertenece nuestra Tierra, ni tampoco al ashrama de cualquier Maestro, sino también que corresponde al misterio de los Rayos, siendo cada escuela de misterios un lugar oculto donde se le enseña al candidato a cómo utilizar su Rayo de poder.
Esto significa que cuando hablamos de la Jerarquía y que cuando hablamos de los ashramas, tenemos en cuenta también ese aspecto séptuple de la naturaleza, y podemos decir que existen siete ashramas principales, más cada uno de estos ashramas principales, o de Rayo, contiene otros siete ashramas principales llevados por un Maestro de Compasión y de Sabiduría, pero, que extendiendo la órbita de la expresión de este quinto reino, al cual nos estamos refiriendo, tendrán ustedes, que cada uno de los pequeños discípulos de un ashrama tiene, sin darse cuenta, su pequeño ashrama particular, en donde se está fraguando ya por primera vez en la historia kármica de la naturaleza, aquel punto de luz que (le) convertirá dentro de un ciclo posterior de vida —y no hablamos de tiempo porque puede pertenecer a millones de años—, en el cual será el Maestro de un ashrama, y que todas aquellas personas que con él están vinculadas se convertirán asimismo en sus discípulos principales, y así la rueda de la vida se va expandiendo y propagando de eternidad en eternidad hasta la consumación de los siglos.
Es decir, concretando más, no miremos las cosas desde un punto de vista tan humano que el ver las cosas de esta manera no deforme la esencia de lo que signifique la vida espiritual. Al decir pues, y repito, que cada uno puede pertenecer, lo sepa o no a un ashrama, significa que el grado de atención que ha logrado despertar en un Maestro de la Jerarquía lo ha situado por méritos de luz, de entendimiento, y singularmente, por sus actos de abnegación, de servicio y de sacrificio, en uno de estos siete centros que están constituyendo en su totalidad el centro místico que llamamos ashrama. Así, de esta manera, vemos que estamos produciendo incesantemente una comunicación no sólo con aquellos que están encima de nosotros por ley evolutiva, sino que tendemos la mano a todos aquellos que por luz y por ley vienen detrás de nosotros, así que la cadena iniciática que se inicia –fíjense ustedes- en el primer reino de la naturaleza no termina jamás, y, cuando entra en el gran sueño eterno el Dios del Universo, aquello queda como un fermento redentor de mundos y de sistemas. Porque lo que interesa es la esencia del recuerdo o el gran pralaya en donde la Divinidad está rememorando constantemente los frutos de su acción. Así que, por vía especulativa, aunque sea así intelectualmente, se puede comprender que lo que estamos realizando conjuntamente en este planeta, como lo que se está realizando en cualquier planeta de este sistema solar, y lo que se está realizando por la unidad de planetas y sistemas solares y aun de galaxias, no es ni más ni menos una expresión de esta cadena de luz que se inicia desde lo más hondo hasta culminar en las esferas de lo eterno.
Pregunta.- Entonces, según lo que ha dicho ahora, el discípulo iniciado se le deja muy solo, podíamos decir, para que él vaya descubriendo, trabajando una fase del tiempo, y para que vaya descubriendo él mismo los misterios, y entonces, la intuición, las intuiciones, aquellas ráfagas sitúan al estudiante en un nivel en el que él comprende más o menos donde puede estar. [Sí] O sea, que según la revelación de aquella iluminación que a él le parece a veces desorbitante incluso, porque están tan fuera de lo corriente ¿verdad?, puede meditarlo muy bien —esto cuesta decirlo, por eso voy diciéndolo así—, entonces, él no debe rechazarlo sino al contrario, de al ver que parecen desorbitados por lo extraño que son, irse situando bajo conciencia, bajo el estudio de estos misterios. Es esto lo que yo quería decir por si tú querías…
Vicente.- Bueno, pero hay una cosa que es muy interesante, y es que el discípulo, entendiendo por discípulo aquella persona que ha logrado atraer la atención de alguien que está por encima de nosotros o de un habitante del quinto reino de la naturaleza, nunca se le deja solo, esto ya como una capitalidad afirmativa. Cuando una persona ha sido admitida en el seno de un ashrama, está bajo constante supervisión, a menos que él o ella, la persona, decida individualmente y conscientemente abandonarlo.
Cuando está en las primeras fases tal como está en las últimas fases, solamente que a medida que aumenta la profundidad de la afiliación con el corazón del Maestro llega un momento en que no puede dejar el ashrama, es como aquel átomo que se ha acercado tanto al protón central que sin darse cuenta queda sumergido dentro del protón central, y (en) esto la radioactividad nos da una pequeña muestra. Es decir, y cuando el individuo, justo es decirlo, ha merecido ingresar en un ashrama o en un grupo especializado espiritual para ingresar en otro reino de la naturaleza, es porque antes, previamente, ha dado un paso grande en su vida, en el aspecto kármico de su vida, y sin darse cuenta ha rasgado los Velos de Isis, tal como esotéricamente se dice, y se ha puesto en contacto con su alma, siendo el alma del ser, la trascendencia del ser, el que motiva aquel aspecto de luz en su aura por el cual puede ser percibido por los ojos del Maestro. No es gratuita la entrada en un ashrama, sino que el esfuerzo realizado, los pequeños esfuerzos de buena voluntad que toda persona va acumulando en la historia de su vida, llega un momento en que crean, permítanme decir esto, una explosión en su aura etérica que lo convierte en radioactivo y magnético y, por lo tanto, su aura refleja esa luz y ese magnetismo. Entonces, es cuando surge la mirada escrutadora del Maestro, este ojo vigilante dentro del triángulo mágico de la divinidad, y desde este momento hay lo que llamamos los encargados, los protectores invisibles, que conocemos desde los tiempos de Blavatsky. Hay las almas de buena voluntad, con más luz que las del pequeño aspirante, que sin que se dé cuenta, pero influenciado por el Maestro, están dándole a conocer las primeras letras del gran abecedario cósmico, entonces, estas letras están grabadas en su corazón en forma de luz, y la luz se va centuplicando, pero ¿quién recibe la luz?, ¿la personalidad pequeña que todos tenemos? Desdichadamente no.
Es el alma quien recibe esta luz y la proyecta después a la zona de influencia de la personalidad, creándose entonces un vórtice de energía que va desde el pequeño aspirante, la pequeña persona de buena voluntad a la cual no damos importancia, hasta el propio corazón de un Adepto de Compasión y de Sabiduría, de un ser que se ha liberado de las redes quiméricas del tiempo. Entonces, no es que el Maestro esté encima del aspirante sino que el gran portón central envía una energía que, a través de los distintos electrones, al pequeño electrón final le llega la energía, pero entonces es interesante el hecho que existe lo que se llama la responsabilidad de la energía, y si la responsabilidad ha sido perfectamente aceptada entonces la afluencia de luz es mayor y se suceden lo que llamamos estados preiniciáticos, para llegar finalmente a la iniciación y hasta penetrar un día en el sagrado retiro del Maestro que es, místicamente hablando, el Sancta Sanctorum del propio corazón, y habiendo descubierto en nosotros este Cristo en ti esperanza de gloria, el Maestro está constantemente ante nosotros. Luego, el proceso alquímico, a pesar de la ayuda externa, a pesar de lo que usted dice, de iluminación, de grandiosidad, de observaciones cósmicas en un momento dado, no es más que algo que ha merecido obtener, porque sin darse cuenta, los triples vehículos de cada ser humano se han abierto al Verbo inmaculado, y el misterio del Cáliz y del Verbo es expresión de esto. Es decir, que el alma siempre es sinónimo de la Hostia, suspendida encima del cáliz, y el cáliz es el cuerpo físico, el cuerpo emocional y el cuerpo mental.
Por lo tanto, todo el proceso es lo que todos sabemos por la mística religiosa, solamente que cuando lo estamos verificando en nosotros no nos damos cuenta, porque estamos todavía intelectualizando la vida, y esto es quizás lo que nos resta algo del dinamismo creador que debe producir en nosotros una afluencia tal de luz, de amor y de poder que, casi sin hablar, convenceremos a las gentes.
Interlocutor.- ¿Puede ser factible que en estado inconsciente físico, pero consciente espiritual, pueda prestarse una actividad de servicio a seres desencarnados?
Vicente.- Puede que sí, porque el servicio, lo que llamamos servicio, no tiene un nivel definido, el servicio es solamente ayuda. Si hay buena voluntad en la persona y esta buena voluntad es constante e ininterrumpida, todo este proceso se propaga por los éteres a los planos con los cuales, digamos, estamos virtualmente ligados. Usted se refiere, quizás, al cuerpo astral en referencia con el cuerpo físico cuando está durmiendo o cuando está, digamos, dominado completamente, controlado, y en el cual podemos actuar en un cuerpo sutil, pues bien, sí es posible ayudar en este cuerpo sutil, pero —un momentito, porque quiero dejar clara la idea—, solamente será posible ayudar si realmente estamos capacitados para ayudar en estos planos, porque dense cuenta de que los tres enemigos del discípulo son el maya de los sentidos, el espejismo en el mundo emocional —que a veces nos causa la sensación de que estamos ayudando— y, luego, la ilusión mental, que recobrando la conciencia física la intelectualiza y cree que ha hecho algo. Por lo tanto, antes de ser conscientes en un mundo espiritual hay que ser espirituales, es decir, debemos perder peso y nunca debemos actuar en un nivel si lo desconocemos, porque entonces sin darnos cuenta cargamos con el espejismo en aquel plano. Yo le he dicho que sí que podemos ayudar, yo no digo que siempre se esté ayudando, yo digo que sí que se puede ayudar. Entonces, la persona que porque tiene ciertos poderes establecidos cree que está ayudando, puede ser que sí o puede ser que no, depende de su grado de pureza, de su grado de conocimiento, y de su grado de control en aquel plano para saber si realmente está ayudando o está contribuyendo con su acción al incremento del espejismo en este plano, con lo cual contrae una grave responsabilidad. ¿He contestado?
(Se produce un corte de sonido)
Vicente.- … los del sistema solar y aquellos otros que, traspasadas las fronteras de nuestro universo, se encuentran por doquier en el Cosmos absoluto. Desde este punto de vista, existe una relación magnética entre los mundos más lejanos y nuestro pequeño planeta, pero, hay otra cosa fundamental, y es que cada universo y aun cada planeta, están protegidos por un círculo infranqueable, un círculo establecido por el regente de aquel planeta o, en un aspecto superior, por el regente de un sistema solar o de un regente cósmico. Cuando se nos habla de que seremos invadidos en los espacios por unidades de extraterrestres, estamos quizás manteniendo una idea muy equivocada acerca de aquello que podemos llamar la Gran Fraternidad del Cosmos, mediante el cual todos los planetas son solidarios. Tú mismo has hablado, precisamente, de los Señores de la Llama; todas aquellas personas que han leído esoterismo, sabrán que hay un mito, una leyenda o una realidad —eso depende de la evolución intelectual, mental o espiritual de las personas—, en que según un Concilio Solar, en una época en la que la Tierra estaba todavía sujeta a un proceso de animalidad, en el que fue sugerida la idea, partiendo de un Concilio Cósmico, de si sería necesario implantar aquí en el planeta Tierra el sistema iniciático que había sido empleado hacía millones de años en Venus, el sistema iniciático es aquel proceso al cual me he referido anteriormente.
Entonces se decidió dentro de ese Concilio Solar, en el cual intervinieron —si ustedes pueden aceptar esta idea— entidades psicológicas provenientes no sólo de los planetas de nuestro sistema solar sino también de la estrella Sirio, de la Constelación del Can, de las Pléyades y de la Osa Mayor, para demostrar que existe una Fraternidad Cósmica, y se decidió que podía ser implantado en la Tierra el sistema iniciático. Y, desde entonces, una de las conclusiones, una de las razones fundamentales, una de las primera expresiones concretas de este acuerdo, fue que desde el planeta Venus que estaba en una cadena superior a la de la Tierra, un gran Adepto, al cual nos hemos referido anteriormente, junto con tres de sus exaltados discípulos, con un carro de fuego, como místicamente se nos dice, vino del planeta Venus a la Tierra inaugurándose con su venida aquello que yo he definido como el proceso de la individualización.
Llegados a este punto, y esto queda siempre a la concepción de todos ustedes, o a su aceptación natural o intuitiva, o a su rechazo si no les interesa si debe ser así, de que existe una solidaridad profunda y misteriosa de todos los mundos; es decir, (una solidaridad) de aquellas entidades psicológicas espirituales que utilizan los mundos para expresarse, de la misma manera que nosotros nos expresamos como almas a través de un cuerpo físico, de una mente organizada y de un cuerpo emocional, porque la analogía es perfecta constantemente, entonces, ¿por qué no cabe la posibilidad de que proveniente de cualquier oculta y lejana galaxia no vengan naves espaciales?, ¿por qué no?, pero (al menos) será en plan de turismo, expresando esta realidad así, en forma jocosa, porque existen las fronteras de nuestro universo bendecidas por el hálito del Señor del Mundo, de Aquel que utiliza el planeta Tierra para expresar su voluntad, y del cual toda la humanidad en su conjunto constituye solamente un centro de su atención; pero, místicamente hablando, todo el dinamismo del Cosmos está implícito en esta idea de fraternidad de los mundos.
Si utilizamos la analogía más inmediata, ¿acaso no nos relacionamos entre nosotros? y, desde un punto de vista atómico, la distancia que hay entre una y otra persona, en relación con los astros, es igual, idéntica, debido a que un átomo en relación con otro átomo deja un espacio entre sí de cientos de kilómetros, desde un punto de vista no teórico sino fundamentado por la expresión científica. Entonces, si nosotros nos podemos relacionar —y a veces nuestra relación no son lo simpáticas que deberían ser, por eso hay que activar las correctas relaciones—, por qué no imaginar, desde un punto de vista hipotético también, pero al cual hay que dar la luz del entendimiento, de que una entidad psicológica de Sirio, por ejemplo, o de Betelgeuse o de Aldebarán o de la Osa Mayor, de las Pléyades, o de cualquier galaxia del universo, no pueda manifestarse como nosotros lo hacemos dentro de un correcto orden social, ¿por qué no? Hermes Trismegistus había dicho que toda la vida es analogía, y su enunciado igual es arriba que abajo, igual es abajo que arriba, que equipara que todo cuanto sucede en el hombre o en el ser humano como entidad microcósmica o como microcosmos es una revelación de todo cuanto sucede en el macrocosmos, esto queda a la atención intelectual, mental o espiritual de todos ustedes. Yo lanzo solamente una idea, contesto una pregunta, el análisis corresponde a ustedes.
Interlocutor.- (sonido inaudible)
Vicente.- De acuerdo, la lucha es inevitable. Precisamente, lo que dignifica a la persona es el vencer en esta lucha que tenemos que realizar. El hábito, como decía el otro día, es la expresión de todo cuanto está vinculado con el yo, el yo de la persona, este yo que se manifiesta como mente, como emoción y como conducta. Todo cuanto estemos realizando en el presente, en virtud de autoidentificación con cualquier tipo de hábito establecido es falso, es negativo, porque lo que el ser humano precisa es una avenida tan amplia y extensa frente a la realidad, con una rapidez tan extraordinaria de contactos que sea capaz de vivir sin crear nuevos hábitos, porque todo está en lo mismo. Todo cuanto caracteriza la gran herejía de la separatividad es que cada cual haya establecido hábitos. Estos hábitos nos diferencian de los demás porque el hábito y el yo son la misma cosa, al yo inferior, me refiero. Entonces, si miramos a los demás a través de un hábito establecido crearemos una coraza, una barrera, y nunca podremos llenar con nuestra vida el corazón del hermano, sino que estaremos marcando, como tantas cosas se hacen en la vida, el compás del tiempo.
La iniciación, a la cual nos hemos referido, y que puede ser aceptada o negada o puesta en duda, esto no tiene importancia porque la verdad será verdad aunque se la niegue, y la mentira continuará siendo mentira aunque se la erija en monumentos dentro de la conciencia, por lo tanto, si dentro de la conciencia tenemos siempre esta idea profunda de que solamente por el amor y la buena voluntad puede ser salvado y redimido el hombre dentro del maremágnum actual de acontecimientos, y que el intelecto, del cual tanto se vanaglorian muchas gentes todavía, no es sino el fruto de un experimento cósmico que hasta aquí no ha dado un resultado positivo, y que el intelecto deberá un día dar su paso a una razón superior, como es por ejemplo la intuición. Entonces nos daremos cuenta, en virtud de este principio reconocido, que el sistema mejor de todos, el que elimina los obstáculos y las barreras que quebrantan los hábitos y la tradición y que hunde profundamente la espada del conocimiento en los hechos de la historia, es solamente la buena voluntad, no es el intelecto.
El intelecto siempre debe dar paso a la buena voluntad, ahora bien, si la buena voluntad es dirigida por el intelecto, por la conciencia inteligente, y al propio tiempo la buena voluntad se deja conducir por un intelecto florecido por las visiones de conjunto de la intuición, es posible que un día nos demos cuenta (de) que nos hemos liberado de los hábitos que es el maya de los sentidos, que nos hemos liberado del espejismo del mundo emocional, con el deseo que nos limita o con la aspiración que nos conecta, para llegar finalmente a la conclusión de que el tercero de los enemigos es aquel que llamamos la ilusión de la mente. Y cuando a la mente se la considere no ya como un contenido de intelecto o de cosas, de memorias o de hábitos adquiridos en el tiempo, cuando quede vacía completamente de todo esto, nos daremos cuenta de que realmente quien está en nosotros es la gloria de Dios, que no tiene peso ni tiene edad porque está más allá de espacio y tiempo. Pues esto es lo que hemos venido diciendo desde el momento mismo en que hemos iniciado nuestra conversación de hoy, en la cual se ha dicho que todo cuanto estamos realizando en este momento es simplemente tratar de hurgar en los velos de misterio que encubren nuestra pequeña personalidad, buscando el origen de todas las cosas del tiempo para poder liberarnos de las cosas del tiempo, llegando así a unas zonas de profundidad vital en las cuales somos conscientes de que pertenecemos a un grupo de luz, y que, profundizando así, llegaremos un día a ser admitidos dentro del Sancta Sanctorum del corazón en donde se halla el Maestro.
Todo esto parece místico, (pero) yo les diría a ustedes que es una realidad pura y simple que pasa aquí y ahora, y que, por lo tanto, no es un misterio, sino que llegará un día a constituir una parte, digamos, una gran parte de nuestra vida cotidiana y así empezará para la humanidad el siglo de oro, el Krita-yuga para el cual se ha ido formando a través de las edades. Y si vamos ascendiendo por la línea de la analogía también tendremos que reconocer, aunque sea de una manera empírica, espiritual o hipotética, de que las unidades avanzadas en sus distintos niveles de ese gran quinto reino de la naturaleza, tienen también ante sí otro reino superior. Y así de reino en reino y de dimensión en dimensión iremos creciendo hasta la eternidad, y no podemos seguir aquí y aquí porque la mente no tiene registros positivos de lo que sucede en regiones para las cuales el cerebro no está capacitado. Solamente aconsejo algo que, para mí, da la medida de lo que podemos realizar y es no temer nunca lanzar el pensamiento a la más insondable perspectiva, pensar en grandes proporciones, de no limitarse a lo corriente y habitual —aunque lo habitual y lo corriente formen parte de nuestro equipo de experiencia—, sino que la mente tiene que tener unos niveles de aproximación a estos reinos maravillosos por el sólo hecho de la buena voluntad libre de la acción, que nos convierte en pensadores creativos, y al mismo tiempo (nos convierte) en unidades magnéticas que pueden favorecer el restablecimiento de una paz mundial, que buena falta nos hace.
Interlocutor.- O sea, que el ser ya evolucionado, con buena voluntad, prepara un estado de conciencia, de expresión interior, de expresiones para en el tiempo dar formas desarrolladas.
Vicente.- Sí. De momento, sabemos... quizá lo haré en forma indirecta, pero dense cuenta de una cosa, toda persona que se haya atrevido, por así decirlo, a investigar todo cuanto sucede en su interior, buscando aquellas zonas de conciencia en las cuales se adivina fuera del tiempo, está educando unos sentidos que favorecen la creación de formas que no están accesibles todavía a la humanidad. Pero cada una de estas formas que está conquistando, o que está restableciendo en su interior, constituyen el núcleo vital que favorece la construcción de ciertos vehículos más sutiles en otros niveles superiores; por eso San Pablo nos hablaba del cuerpo de luz o el cuerpo causal. Y ¿cómo se crea el cuerpo causal? Con las cualidades de las acciones que cometemos o realizamos en la vida. Una buena acción forma parte, como se dice místicamente en el Bhagavad Gîta, de la túnica del Señor del Mundo, y parte de esta túnica constituye el cuerpo que cada cual debe crear en cada uno de los planos del sistema solar. Tenemos un cuerpo físico, somos conscientes completamente del cuerpo físico hasta el extremo de que respiramos sin darnos cuenta, el corazón da sus latidos sin darnos cuenta, la digestión se realiza por sí misma.
Por lo tanto, está superado el cuerpo físico, ha llegado a un punto de integración, solamente le falta purificarse para ser resplandeciente como cáliz. ¿Y qué pasa con el cuerpo emocional? Somos autoconscientes del cuerpo físico y, hasta cierto punto, conscientes en el plano emocional, pero en el plano emocional no somos conscientes completamente, de ahí que el sueño sea todavía un misterio para el psicólogo y para el psiquiatra y para la persona sujeta a sueños ¿Y la mente? Más todavía, la persona no puede detener el flujo de sus pensamientos ni puede crear pensamientos a voluntad hasta una forma que pueda ser reconocida como un pensamiento o forma en el mundo mental. Entonces, tenemos un cuerpo físico plenamente estructurado, tenemos un cuerpo astral que se está constituyendo y un incipiente cuerpo mental. Con ese equipo no podemos ir muy lejos, le falta combustible a este cohete.
Entonces, claro, cuando les digo que proyecten la mente a altas e insondables perspectivas me refiero siempre al estímulo creador, que es al que a través de cada vehículo debe manifestar la energía de los planos más elevados del sistema solar, así que nuestra misión es estructurar el cáliz. Primero, el cáliz del cuerpo físico, del cuerpo emocional y del cuerpo mental. Después, cuando estén plenamente purificados e integrados, la invocación, digamos, al Alma o al Ángel Solar, a la Hostia Mística que constituye en su plano un cuerpo, el cuerpo causal. Es un cáliz de suntuosos ornamentos, brillante, majestuoso, maravilloso en su expresión, que solamente puede ser accesible a la videncia de los seres iluminados; y que luego hablemos de contactos búdicos, átmicos, ádicos o anupadátikos de los sistemas solares, para darnos cuenta del trabajo que hay todavía que realizar. No obstante, (primero hay que) ser conscientes de que pertenecemos a un ashrama de la Jerarquía, porque un Maestro tiene que contar con los materiales que tiene a su alcance, si no somos más tiene que tomarnos tal como somos, y cada cual tal como es debe tratar de representar, a su manera, a su condición, la voluntad de Aquel. Entonces, la forma... ¿de dónde proviene el sentido de la forma, a la que usted se refería? Precisamente, en la medida que vamos integrando este cáliz inmenso, este vehículo triple que es nuestra personalidad, estamos sin darnos cuenta favoreciendo la creación del cuerpo causal, el cuerpo de luz de Pablo de Tarso, y estamos echando ya los rudimentos del plano búdico o del cuerpo búdico y, quizá, en una esfera muy elevada los Maestros han creado ya el cuerpo ádico en el cual se puede manifestar ante la propia gloria de la Divinidad. Así que todo es lo mismo y, sin embargo, es la eterna escalera de Jacob que va desde los reinos subhumanos hasta la gran majestad divina.
Interlocutor.- Entonces, parece que sea correcto este pensamiento que ahora voy a dar, que es como un vacío que la mente puede hacer para introducirnos en el eterno ahora, pensando que lo que en este momento estamos realizando, pues pensarlo en forma sublime, o sea, como si estuviéramos en presencia con un cuerpo sutil. No se cómo expresarme ¿Es correcto hacer este pensamiento? Quiero decir, si estamos en el eterno ahora, si pensamos que en el momento que hacemos nosotros nuestra obra física la hacemos sutil.
Vicente.- Yo diría..., bueno quizá no sé si interpreté bien su idea, pero desde el momento que estamos pensando ya estamos dejando de lado el eterno ahora. Es decir, que si estoy hablando, y esto siempre lo digo, mis palabras pertenecen mientras se están pronunciando al eterno ahora, pero cuando han pasado ya no son del eterno ahora. Usted podrá recordarlas pero la gracia de este momento usted no la tendrá jamás, de ahí la necesidad de una atención formidable a todo cuanto sucede, a todo cuanto pasa en nosotros y a nuestro alrededor, pues en el momento en que estamos atentos se está realizando la gran transmutación de convertir la mente, digamos, en un depósito o en un tabernáculo del Espíritu Santo, aquello que dice Krishnamurti que la mente solamente puede quedar creadoramente vacía cuando está atentamente observando. Ahora bien, yo me pregunto, ¿cuántas veces estamos atentamente observando? Pues, cuando existe un vacío de inseguridad, por aquel vacío de inseguridad se filtran, o bien el espejismo, la ilusión, o el maya de los sentidos. Ahí está el proceso, ¿podemos ser capaces de estar tan atentamente vigilando todo cuanto pasa en nosotros y a nuestro alrededor, que, en la intensidad de la observación, el pequeño yo desaparezca y que sea el Alma la que se adueñe de la mente? Esta es la respuesta positiva. Yo estoy seguro, y siempre estoy refiriéndome a este estado de conciencia de atención, que (tenemos) cuando estamos atentos, no a algo que nos produce una satisfacción sino a todo. En aquel mismo momento —es místico, es profundo y es divino—, la mente queda transfigurada, el pensamiento deja de ser, no existe un deseo en el corazón ni existe un gran equilibrio físico ¿Por qué?, porque en la atención hemos creado una gran integración y esta integración ha establecido contacto de la pequeña alma, que está tratando de demostrar la gloria de Dios, con el Alma que realmente representa a Dios en las alturas y paz en la Tierra entre los hombres.
Si se dan cuenta de lo sencillo que es y, al propio tiempo, lo difícil que resulta -fíjense bien, aparentemente es una paradoja: lo sencillo que es comprenderlo y lo difícil que es realizarlo-, sabrán por anticipado las angustias del discípulo en el camino y las exigencias de la entrada en un ashrama de la Jerarquía. Pues ahí está la cuestión, ahí está el ser o no ser, y es ahí precisamente, en ese punto donde nos auto reconocemos con toda sinceridad y con toda honestidad, (el punto) en el cual realmente podemos establecernos definitivamente, o definitivamente separarnos, de los umbrales de misterio que conducen al corazón del Maestro.
Interlocutor.- Me parece que de esto se deduce la densidad del ser, ¿verdad?, para pertenecer, según has dicho …
Vicente.- Bueno, se puede expresar científicamente como una densidad, sí. Naturalmente, al tener que valernos de palabras para expresar estados de conciencia y dimensiones puede aparecer, a veces, como una cierta confusión, pero realmente es una densidad parecida a aquella que resulta cuando situamos o ponemos dentro de una botella muchos líquidos diferentes. Podemos agitar todo aquello, pero cada cual por su propia evolución tendrá su justo y equitativo nivel: el aceite siempre estará por encima del agua, el agua por encima del alcohol, el alcohol por encima del petróleo, y así aunque agitemos la botella constantemente al paralizarse el movimiento veremos que todo se sitúa. Pues así es un ashrama, y así hay que entender el asunto de la densidad psicológica o el grado de espiritualidad, si ustedes me permiten esta palabra, o este grado de sutilidad mediante el cual un alma es reconocida en el sendero. Y si definimos siete estados de conciencia, desde la pequeña conciencia de la periferia hasta la conciencia que está en el centro místico del ashrama, tendremos una idea de dónde estamos situados, con toda honestidad y con toda humildad.
Y no (debemos de) creernos nunca grandes dentro de la miseria que todavía arrastramos en nuestro karma particular, porque la humildad solamente se registra cuando existe un grado de pureza superior en el alma, no cuando estamos luchando con la tribulación del karma, sino cuando hemos liberado de nuestra personalidad una cantidad muy grande de karma y la luz liberada nos da cuenta del terreno que falta todavía para llegar al Maestro. Ahí reside la humildad, lo cual al propio tiempo da un sentido augusto de responsabilidad a la vida y, al propio tiempo, da a la vida aquel sabor al cual se refería Cristo: Sois la sal de la tierra. Ya que realmente, un discípulo debe ser forzosamente esto que dijo Cristo, la sal de la tierra, o la levadura o el grano de mostaza, que pese a ser pequeño crea algo grande. Unos pocos granos de sal pueden dar gusto a un vaso de agua a pesar de su insignificancia y la levadura puede hacer crecer una gran masa de harina. Pues esto es el tesoro del reino y el misterio del reino: que la humildad es precisamente el camino de más fácil acceso al corazón místico del ashrama. Y todos estamos preparados para esto; todos cuantos estamos aquí estamos preparados, y esta seguridad viene representada por el hecho de que están aquí y ahora. El estado o la densidad de cada cual eso pertenece a cada cual, pertenece al misterio augusto o joya del loto en su propio corazón. Ya no pertenece al juicio ajeno. Por lo tanto, yo creo que ahí queda casi, casi, casi, resumida la idea de todo cuanto habíamos iniciado al principio: que estamos enfrente hoy día de una gran evolución técnica y, al propio tiempo, estamos abiertos constantemente y muy profundamente a la revelación oculta. Muchas gracias. Hacemos un poco de silencio si quieren.
Interlocutor.- ¿Me permite una pregunta? Si no he comprendido mal el primer objetivo que tenemos es llegar a la impersonalidad.
Vicente.- Yo diría que sí, la impersonalidad. Pero, aún y todo, insisto en el hecho, de que la impersonalidad solamente puede surgir cuando existe una mente omniabarcante, cuando no se limita a los conceptos intelectuales y cuando el corazón se haya místicamente proyectado hacia los niveles ocultos o allí donde el ser no tiene densidad alguna. Es un asunto de orientación, digamos de poder evolutivo superior, que surgiendo de las entrañas de una decisión de principio llega a culminar dentro de un estado de conciencia en el cual todo cuanto le es asignada importancia aquí, deja de tenerla allí, naturalmente, (igual que pasa con) la diferencia que hay entre la personalidad y la impersonalidad, entre el egoísmo y el altruismo.
Y ahora yo les pediría un poco de silencio, porque yo creo que siempre todo cuanto se ha dicho nunca tendrá la importancia de un momento de recogimiento, de silencio, que podemos establecer, en ese momento, que no es necesario prolongar mucho, (porque) todo cuanto se ha dicho queda albergado en la cámara del corazón y constituye ya el motivo para el siguiente paso a dar.
Extracto de la Conferencia de Vicente Beltrán Anglada
En Barcelona, 1 de Diciembre de 1975
Digitalizada por el Grupo de Transcripción de Conferencias (G.T.C.) el 11 de Marzo de 2007
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